La ciudad de Chicago vive una ola de violencia y represión tras las protestas contra las detenciones masivas de migrantes. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, autorizó el despliegue de 300 efectivos de la Guardia Nacional en la ciudad, mientras la operación federal Midway Blitz deja más de 500 arrestos desde su inicio en septiembre.
Manifestantes, periodistas y líderes religiosos denunciaron el uso de gas lacrimógeno, balas de pimienta y granadas aturdidoras por parte de las fuerzas federales. “Están convirtiendo Chicago en una zona de guerra para justificar el despliegue de tropas”, advirtió el gobernador de Illinois, J. B. Pritzker, quien junto al alcalde Brandon Johnson demandó al Gobierno federal para frenar el operativo.
Los enfrentamientos más violentos se registraron frente al centro de detención de Broadview, donde videos difundidos en redes sociales mostraron a agentes del Servicio de Inmigración (ICE) actuando con fuerza excesiva. El Departamento de Seguridad Nacional reconoció que sus agentes dispararon a una mujer el sábado, alegando defensa ante un grupo que embistió vehículos oficiales.
La concejala Jesse Fuentes denunció haber sido esposada por preguntar si los agentes tenían una orden judicial en un hospital local. “Solo pedí ver una orden. Me empujaron, me esposaron y me subieron a una patrulla sin motivo”, relató.
En respuesta, el alcalde Johnson anunció la creación de “zonas libres del ICE”, donde los agentes federales no podrán operar sin autorización judicial. Organizaciones civiles como la ACLU y líderes religiosos presentaron demandas por violaciones a los derechos constitucionales. “El Gobierno federal está socavando las libertades fundamentales: la libertad de expresión, de prensa y de reunión pacífica”, señaló la Unión Americana de Libertades Civiles.
Entre los testimonios más impactantes figura el del pastor David Black, quien afirmó haber sido herido por proyectiles químicos mientras oraba frente a agentes del ICE. “Sin previo aviso, me dispararon siete veces. Estaban apuntando a mi cabeza”, declaró.
El conflicto marca una nueva escalada en la política de seguridad interna de Trump, que amenaza con invocar la Ley de Insurrección para esquivar las órdenes judiciales que ya bloquean el uso de tropas en otras ciudades como Portland y Washington D. C.