Parecería que la temporada de cruceros en las Islas Falkland es más que satisfactoria, y así nos lo presenta la editora del Penguin News en el editorial de la última edición. En efecto la aglomeración de turistas en las calles de la capital Stanley así lo confirma, como también la paciencia de la población local.
A partir de fines de octubre, noviembre y hasta las Fiestas de diciembre son los llamados cruceros científicos, casi yates gigantes, con decenas de pasajeros que no suman cientos, son los primeros en inaugurar la temporada. Luego llegan los barcos grandes, algunos con miles de visitantes, y basta con que tan solo un porcentaje decida descender que de hecho “invaden” la ciudad llegando en ocasiones a ser más que la población urbana, la cual según el último censo en la totalidad de las Islas no sobrepasan los 3,600.
Al respecto la editora del PN afirma que siempre queda impresionada por la forma en que los residentes de Stanley, se desplazan en sus vehículos con gentileza y atención entre la multitud que desborda y se desplaza a lo largo de las calles principales a pesar de los monstruos de puro metal de un par de miles de kilos que circulan.
“Siempre me pregunto cómo todas estas queridas personas (turistas) dejan sus ciudades metropolitanas de millones sabiendo con precisión cómo y cuando cruzar calles, pero entonces se suben a un barco e inmediatamente se olvidan del arte de la seguridad vial hasta que retornan a sus países”, confiesa la editora.
Pero a no desesperar pues los dioses del altruismo y la cortesía han de sonreír a los residentes, y también en un día muy especialmente cargado de la semana, la policía Real de las Falklands tuvo un rápido reflejo ante la situación.
Aparentemente el Jefe de Policía y subordinados olfatearon algo extraño en las brisas de la tarde, “rápido parece que la última gota de paciencia de la población local está por reventar, pongan barreras para contener el desborde de la muchedumbre, y por lo visto así fue, y mereció el aplauso de los locales.