El pasado 20 de diciembre las Islas Falkland recordaron que en esa fecha pero en 1832 llegaba a las Islas el Capitán John James Onslow de la Royal Navy con su nave HMS Clío y clara instrucciones de la Corona de restablecer el orden.
En vista de recientes acontecimientos, se tenía temor de una situación de anarquía en las Islas y peor que en algunas islas menores se establecieran piratas. Las Islas al margen de los reclamos de soberanía y control sobre un territorio deshabitado en el Atlántico sur eran codiciadas por las potencias de la época, España, Francia e Inglaterra, ya que era fuente de aceites de la abundante fauna marina (ballenas, lobos y elefantes marinos y pingüinos) que entonces se utilizaba como combustible para iluminar, un negocio altamente lucrativo que también atraía a naves de Boston, EE.UU.
Los ingleses ya habían estado en las Islas y en su momento establecieron el asentamiento de Port Egmont, pero hacia fines del siglo dieciocho para evitar un conflicto con España, y por razones de economía abandonan el apostadero dejando bien asentado el reclamo de soberanía sobre las Islas. Algo similar sucedió con Francia y su asentamiento Port Louis, que paso a ocupar España y luego comandantes y/o representantes enviados por unas aun dispersas Provincias Unidas. Y en esta última instancia nombraron a un estafador de origen alemán, hugonote, Luis Vernet, quien protagonizo varios incidentes y que al momento se encontraba en Buenos Aires.
Por eso un 2 de enero de 1833, el capitán Onslow y HMS Clío se presentan en Port Louis para reafirmar soberanía inglesa sobre las Falklands, y al día siguiente obligan al barco y fuerzas del apostadero a retirarse pero sin necesidad que la población civil hiciera algo similar. Apenas cuatro decidieron volver a Buenos Aires en tanto la mayoría permaneció, bajo soberanía inglesa, incluyendo el pulpero, un irlandés, a quien se le entrego una bandera Union Jack, y cuerda suficiente para hacerla flamear. Pero en agosto de ese año, los gauchos del asentamiento, encabezados por Antonio Rivero, se alzaron en armas y degollaron a todos los representantes de Vernet quien les debía dinero, los tenia a cuento y pretendió pagarles con papeles impresos por el mismo.
En enero del 1834 una partida de marines ingleses restauro el orden, arresto a los homicidas y los envió a Inglaterra para ser juzgados. Sin embargo por no ser súbditos ingleses se los devolvió, desembarcando en Montevideo.
Vernet era un personaje complicado. Muy a pesar de haber conseguido en 1828 una licencia para faenar el ganado cimarrón en la isla Este de Falklands, y luego cuando su nombramiento por Provincias Unidas como comandante de las Islas, 1829, no dejo de coquetear con el representante ingles en Buenos Aires, sugiriéndole cuanto apreciaría que su apostadero estuviera bajo protección de la Corona. Y en 1831 cuando intento exigir el pago de licencias para la caza de fauna marina, y arresto a varios naves de bandera norteamericana, (que lo venían realizando libremente desde 1770) la marina de ese país envió el USS Lexington, el cual destruyo todas las defensas de Port Louis, se llevó a los integrantes del asentamiento de origen europeo y negó soberanía alguna de las Provincias Unidas sobre las Falklands.
A partir del restablecimiento del orden en Port Louis, bajo bandera británica, y por los siguientes ocho años las Islas estuvieron administradas por personal de la Royal Navy, incluyendo una bitácora detallando eventos, clima y otros asuntos tal si estuvieran en una nave. La población de Port Louis creció lentamente y un barco realizo el primer relevamiento de las costas de las Falklands. En 1841 el gobierno en Londres decidió regularizar la situación y envió a las Islas como gobernador adjunto a un joven ingeniero, Richard Moody, que ayudo y contribuyo al gran impulso de las Falklands.