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BlackRock: Larry Fink comunica a Milei que visitará Argentina en mayo

Viernes, 2 de febrero de 2024 - 10:55 UTC
Fink dijo a Milei que “llevará mucho tiempo que las inversiones vuelvan a Argentina” Fink dijo a Milei que “llevará mucho tiempo que las inversiones vuelvan a Argentina”

El CEO y fundador de BlackRock, Larry Fink, comunicó este jueves al presidente argentino, Javier Milei, en una reunión virtual, que visitará el país sudamericano en mayo, según confirmó en Buenos Aires el portavoz de la Casa Rosada, Manuel Adorni.

Milei ratificó más tarde la noticia en su cuenta de X y dijo que su conversación con Fink había sido un “éxito total”. El embajador de Argentina en Estados Unidos, Gerardo Werthein, también participó en la reunión.

Se cree que el fondo de inversión de Fink tiene activos por valor de más de 8,6 billones de dólares en todo el mundo. Aunque BlackRock invierte en una amplia variedad de activos, alrededor de una décima parte de sus colocaciones es destinada a renta variable.

Hijo del dueño de una pequeña zapatería de Los Ángeles y de una profesora universitaria, Fink tenía 13 años cuando debutó en el mercado bursátil con la compra de sus primeras acciones en la empresa química DuPont, con el dinero que había ganado trabajando en el negocio familiar. En los años 70 terminó su MBA y en los 80 se incorporó al banco de inversión First Boston, donde trabajó hasta 1988, cuando fundó BlackRock con su socio Robert Kapito para gestionar los ahorros personales de inversores de clase media. Tanto Fink como Kapito trabajaron en First Boston, Credit Suisse y otras importantes firmas financieras de Wall Street y Europa.

Hoy sigue gestionando el dinero de más de 35 millones de estadounidenses y tiene oficinas en los principales centros financieros del mundo, como Londres, Hong Kong, Fráncfort, Milán, Dubai, Moscú, Ciudad de México y São Paulo. También tiene una presencia muy fuerte en Argentina, ya sea a través de sus participaciones en multinacionales que operan localmente, como Microsoft, Coca-Cola, Bayer o Telefónica, o con las acciones que compró en empresas argentinas como Mercado Libre, Tenaris, Grupo Galicia, Banco Macro, Telecom, Pampa Energía, TGN, Arcos Dorados (McDonald's) y Adecoagro.

Fink, que apoya abiertamente al Partido Demócrata en Estados Unidos y es considerado uno de los hombres más poderosos del mundo, dijo a Milei que “pasará mucho tiempo antes de que vuelvan las inversiones a la Argentina” tras su evaluación del país en 2020: “Los gobiernos saltan de una política a otra y en este momento hay lugares más seguros para invertir en América Latina”, había dicho durante la conferencia del Banco Santander “Reconstruyendo el futuro: la nueva normalidad”.

El gobierno argentino emitió un comunicado explicando que Fink expresó “su interés en evaluar in situ oportunidades de inversión en infraestructura en el país, lo que augura un impulso al desarrollo económico nacional”.

En otro boletín de prensa, la compañía señaló que “Fink, y el Presidente de Argentina mantuvieron una conversación constructiva sobre el potencial de oportunidades de inversión en infraestructura a largo plazo en Argentina.” El CEO también estaría “explorando un viaje a Argentina para discutir potenciales inversiones en infraestructura para nuestros clientes junto con inversores locales”, añadió.

La última visita de Fink como máximo representante de BlackRock a la Argentina tuvo lugar en 2016, en tiempos del entonces presidente Mauricio Macri para analizar emprendimientos inmobiliarios. Ese fondo se convirtió en uno de los mayores acreedores de Argentina junto a PIMCO y Franklin Templeton hasta la crisis cambiaria que llevó a Macri a recurrir al Fondo Monetario Internacional (FMI) en 2018.

Black Rock ocupa el puesto 184 en la lista Fortune 500 de las mayores empresas estadounidenses por ingresos y Fink está considerado uno de los multimillonarios más poderosos de Estados Unidos. Sus palabras y decisiones tienen un impacto directo en la estabilidad de los mercados, las economías y la vida de las personas. Tras la crisis mundial de 2008 iniciada por valores respaldados por hipotecas, en la que estos fondos fueron parte del problema, el Gobierno estadounidense empezó a regular más la banca tradicional, pero dio más margen de maniobra a estas instituciones.