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Falklands recuerda página negra de la invasión argentina, el encierro de civiles en condiciones infrahumanas

Lunes, 29 de mayo de 2023 - 20:08 UTC
El salón comunal de Goose Green donde estuvieron encerrados por semanas civiles Isleños. El salón comunal de Goose Green donde estuvieron encerrados por semanas civiles Isleños.
Vita aérea del asentamiento en su época floreciente como gran centro de cría y mantenimiento de ovinos Vita aérea del asentamiento en su época floreciente como gran centro de cría y mantenimiento de ovinos

En estos días, mayo 28 y 29, las autoridades de las Islas Falklands y público en general recordaron y conmemoraron la liberación de unos cien civiles, incluyendo niños, madres y ancianos encerrados por semanas en el salón comunal de Goose Green, en condiciones deplorables, por parte de las fuerzas argentinas de ocupación.

 Todo había empezado una semana antes cuando las tropas británicas, 41 años atrás desembarcaron con relativa facilidad en San Carlos y se preparaban para la gran marcha a campo traviesa a recuperar la capital de las Islas Stanley y los varios cerros que la circundaban donde estaban parapetadas defensas argentinas.

Pero antes se entendió que había que liberar a Goose Green, también fuertemente organizado y atrincherado con fuerzas argentinas para defender el mayor asentamiento de las Islas, después de la capital, y donde la oficialidad argentina temiendo la presencia entre las familias de la localidad de sediciosos y/o contrarios a la invasión reivindicadora ordenaron el encarcelamiento de toda la población del asentamiento, niños, mujeres, ancianos, unas 102 personas, en el salón comunal. Allí estaban hacinados en condiciones horribles de higiene con apenas un solo baño, pocas raciones y escasa agua, durmiendo sobre las pocas pertenencias que les habían permitido llevarse. Es más, había un bebé de apenas cuatro meses que sus padres lo escondían bajo las tablas del piso del salón comunal, temiendo por las proximidades de los combates y bombardeos.

Página negra de los invasores argentinos pues las instrucciones recibidas desde el mando político militar de Buenos Aires era tratar con el mayor respeto y consideración a la población local, con la menor violencia posible. En tanto los supuestos Isleños sediciosos o revoltosos ya había sido identificados, detenidos o deportados, merced a la minuciosa labor de inteligencia de un oficial de la Fuerza Aérea argentina, de apellido Dowling con dominio de inglés y antecedentes irlandeses, quien durante varios años había hecho un relevamiento de la población de las Islas.

El hecho es que la Batalla de Goose Green fue el primer combate en tierra, con feroces acciones entre los atrincherados militares argentinos, y británicos, y finalmente se impusieron los comandos de la Fuerza de Tareas, que posteriormente confesaron si hubieran sabido cuantos argentinos había en la guarnición de Goose Green no hubieran emprendido la intrépida acción. Evidente fallo de la inteligencia británica. Los argentinos se rindieron, entregaron sus armas y marcharon a un galpón de esquila en el asentamiento.

Fue entonces que se procedió a la liberación de los civiles encerrados y hacinados para alegría de todos. Un relato difícil de olvidar para quienes vivieron la experiencia, al igual que la de sus familiares en una comunidad pequeña donde hay tantos parentescos. De ahí la conmemoración anual del hecho. Ni que hablar que contrariando disposiciones de Ginebra, los prisioneros civiles en Goose Green-Darwin estaban encerrados próximo a zona de combates, bombardeos y depósito de explosivos.

Pero también hay que consignar que la saña, si así se puede definir, no estaba limitada a la actitud contra civiles Isleños. Varios oficiales y suboficiales argentinos responsables por estas decisiones, han sido acusados por supuestos estaqueos y enterramientos de los propios conscriptos a sus órdenes.