El gobierno brasileño del presidente Luiz Inácio Lula Da Siva condenó durante el fin de semana los sucesos del viernes en Paramaribo, Surinam, donde decenas de alborotadores irrumpieron en el edificio del Congreso, en un episodio que de alguna manera fue espejo de los sucesos del 8 de enero en Brasilia.
Brasil espera que prevalezca el diálogo, en el marco del Estado democrático de derecho, y expresa el deseo de que Surinam pueda volver a un marco de calma lo antes posible, dice un comunicado de Itamaraty citado por la Agencia Brasil. El documento también señala que la embajada brasileña en Paramaribo está supervisando la situación de los brasileños que viven en la antigua colonia neerlandesa.
Unas 2.000 personas salieron a la calle para protestar el viernes contra la suba de precios y la reducción de las subvenciones a la electricidad y los combustibles como consecuencia de un programa del Fondo Monetario Internacional (FMI).
El Ministro de Justicia, Kenneth Amoksi, declaró en rueda de prensa que 119 personas habían sido detenidas y 20 habían resultado heridas, mientras que el Jefe de Policía, Ruben Kensen, añadió que la situación estaba bajo control, pero que en los próximos días se incrementarían las medidas de seguridad.
El Presidente de Surinam, Chan Santokhi, pidió el domingo a sus conciudadanos que volvieran al trabajo después de que se informara de la hospitalización de 26 personas tras los violentos sucesos. El Presidente también se comprometió a exigir la detención de los responsables de la revuelta, mientras las autoridades sanitarias confirmaban que una de las víctimas se encontraba en estado grave tras sufrir heridas en la cabeza. Según informaron medios surinameses el domingo, entre los heridos había un miembro de la policía militar.
Se sabía de antemano que los alborotadores se mezclarían con la multitud para alterar el orden. Si se hubiera previsto suficientemente la situación, los alborotadores no habrían conseguido asaltar el edificio de la Asamblea, escribió Star Nieuws.
La manifestación del viernes fue en principio tranquila y organizada, pero se desbordó fácilmente cuando un grupo intentó tomar el edificio de la Asamblea, debido a lo cual las fuerzas del orden respondieron con gases lacrimógenos y disparos de advertencia, mientras los saqueos proliferaban en otros lugares de la capital.
Con una inflación superior al 54%, los manifestantes coreaban pidiendo la salida del presidente: ¡Chan, vete!, después de que uno de los partidos de la coalición gobernante decidiera romper la alianza en medio de los malos resultados y el descontento generalizado.
Santokhi habló en un mensaje radiofónico de incidentes en varios barrios y distritos'' y explicó que se había convocado al ejército y a la policía. Se decretó el toque de queda y el Presidente creó también un grupo de tareas para atrapar a los alborotadores.
En este escenario, el Ministerio de Asuntos Exteriores británico emitió un aviso de advertencia de viaje desaconsejando visitar el minúsculo país sudamericano, de unos 600.000 habitantes.
El sábado, la policía estableció controles de carretera, vigilancia adicional y puestos de control en los puentes.
El líder de la protesta, Stephano Biervliet, explicó que lo ocurrido no era mi intención e insistió en que se trataba de una acción de protesta pacífica de la que se apoderaron personas malintencionadas en un contexto organizado.”