Apenas una semana después de su toma de posesión, el presidente colombiano, Gustavo Petro, mandó al retiro a 52 generales. La mayor barrida de la historia de Colombia tiene como objetivo reunir a una jefatura libre de corrupción.
La mayoría de los generales jubilados procedían de la Policía (24), seguidos del Ejército (16), más otros 6 de la Fuerza Aérea y otros 6 almirantes de la Armada, según se informó.
Sólo había un general de división activo en la Policía (Henry Armando Sanabria Cely), que posteriormente fue nombrado director de la fuerza. El resto tiene menos de un año de experiencia en esos cargos.
Petro ya había advertido como candidato que iba a buscar un nuevo liderazgo entre los más jóvenes. Y desde que nombró a Iván Velásquez como ministro de Defensa era obvio para los analistas locales que cualquier persona remotamente vinculada a alguna irregularidad sería pasada por alto. Es práctica común que cada vez que un oficial subalterno es promovido por encima de otros, estos últimos deben dar un paso al costado.
Para que el general Sanabria Cely llegara a la cúspide, se pasó por encima de 10 generales, y luego para nombrar a la general de brigada Jackeline Navarro Ordóñez como la segunda mujer de la historia en ser subdirectora tuvieron que cesar a otros 12 generales. Los analistas de asuntos policiales también notaron que ninguno de los generales que quedaron se había especializado en asuntos de inteligencia.
Para entender la dimensión de la barrida, vale la pena recordar que la ocasión en que más generales habían salido para dar paso a un nuevo director fue cuando Álvaro Uribe asumió la presidencia, con Juan Manuel Santos como ministro de Defensa, que eligieron al general Oscar Naranjo como director de la Policía, barriendo sólo a 12 generales. En 1993 el General Rosso José Serrano se convirtió en Director de Policía despidiendo a 10.000 efectivos, entre los que no había demasiados generales.
Todas las Fuerzas Militares estarán bajo el mando del general Helder Fernán Giraldo Bonilla; el general Luis Mauricio Ospina Gutiérrez dirigirá el Ejército; el general Luis Carlos Córdoba Avendaño será el jefe de la Fuerza Aérea y el vicealmirante Francisco Hernando Cubides Granados conducirá la Armada.
A todos ellos se les ha instruido para que apliquen una política de cero corrupción, ya que todos dependen de Velásquez, un jurista especializado en corrupción. Los nuevos jefes tienen un segundo principio que cumplir: cero violaciones a los Derechos Humanos.
Aquí no miramos pensamientos políticos ni nada de eso; nos interesa que esta Fuerza Pública sea profesional en todo el sentido de la palabra. Queremos una política de dignificación y mejoramiento de la calidad de vida de los soldados y policías, dijo Petro al traer su propuesta de eliminar las barreras entre oficiales y suboficiales para que después de llegar a sargento mayor estos últimos puedan seguir ascendiendo.
Petro quiere una Fuerza Pública más democrática en la que el mérito sea el único criterio de ascenso.
La sacudida se produjo sorprendentemente pronto. El ex presidente Iván Duque tardó cuatro meses en hacer los primeros cambios tras su toma de posesión. El requisito básico para mantenerse activo era no ser objeto de ninguna investigación en curso.