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Conflicto del Atlántico Sur: empieza el mes de guerra total y decisivo para la rendición argentina

Lunes, 2 de mayo de 2022 - 09:35 UTC
Londres envió un mensaje al gobierno argentino afirmando que cualquier nave operando en aguas de las Falklands corría el riesgo de ser atacado sin previo aviso Londres envió un mensaje al gobierno argentino afirmando que cualquier nave operando en aguas de las Falklands corría el riesgo de ser atacado sin previo aviso
Bombarderos Vulcan de la Guerra Fría y a punto de ir al desguace son preparados para atacar el aeropuerto de Stanley Bombarderos Vulcan de la Guerra Fría y a punto de ir al desguace son preparados para atacar el aeropuerto de Stanley

El fin de semana en que comenzó mayo en 1982, marcó definitivamente el inicio de acciones bélicas en las propias Islas Falkland/Malvinas, bombardeo del precario aeropuerto de la capital Stanley, el hundimiento del ARA General Belgrano, en tanto la zona de exclusión marítima con un radio de 200 millas en torno al archipiélago fue declarada zona de exclusión total, tanto marítima como aérea el 30 de abril.

El 23 de abril Londres había enviado un mensaje al gobierno argentino por intermedio de la embajada suiza en Buenos Aires afirmando que cualquier nave o avión de cualquier país operando en aguas de las Falklands corría el riesgo de ser atacado sin previo aviso. Había dudas en cuanto a la legalidad internacional de tal afirmación pero fue respetada por las naciones neutrales navegando por las aguas delimitadas y adyacencias.

El C/A Gualter Allara entonces al mando de la flota argentina en las Islas admitió que tras el aviso del 23 de abril, la totalidad del Atlántico sur se había convertido en teatro de operaciones total para ambos bandos.

Y en efecto el sábado primero de mayo el gobierno británico bombardeó el aeropuerto de Stanley con varios Vulcan, cubriendo un trayecto de miles de millas con varias recargas de combustible en el viaje. El gobierno británico tras ser sorprendido por la invasión de las Islas, a pesar de contar con inteligencia al respecto, entendió que se precisaba una respuesta rápida y decisiva. Para ello se hicieron planes para inhabilitar la única pista firme de las Islas, de forma de prevenir su uso por los cazas argentino que podrían tener un impacto devastador para la Fuerza de Tareas que había sido enviada a recuperar las Falklands. La operación se denominó Black Buck.

Pero en 1982 los únicos bombarderos que contaban el Reino Unido eran los Vulcan, con más de veinte años y diseñados para la Guerra Fría, los cuales estaban a tres meses de ser dados de baja.

El desafío era mayor, los viejos Vulcan tendrían que volar 6,800 millas, en ese instante el bombardeo más distante de la historia, además de dejar caer las bombas desde 10,000 pies de altura en un blanco mínimo, apelando a radares superados y la interpretación de la tripulación, que hubo que entrenar específicamente.

Además había que evitar el sistema antiaéreo argentino más moderno, con un cruce a 35 grados sobre la pista asfaltada con el sistema secuenciado para dejar caer las bombas en cada pasada, esperando que por lo menos una diera en el blanco. Además para llegar a las Islas desde la isla de Ascensión en el medio del Atlántico, y retornar, se precisaron quince aviones cisterna en 17 operaciones de recarga de combustible. Pero finalmente la Operación Black Buck se pudo cumplir.

Empero más allá del impacto psicológico, y como con todas operaciones con tantas vallas a sortear, aún hoy se debate el éxito de la misión pues los daños prácticos resultaron lejos de alcanzarse. Empero quedó clara la determinación de los británicos, y la capacidad de sus fuerzas, de enfrentar de lleno a los ocupantes argentinos. Definitivamente había comenzado la guerra, que culminaría el 14 de junio.

Y al día siguiente ocurre la mayor pérdida de vidas en una sola acción de la guerra cuando el crucero argentino ARA General Belgrano, incorporado a la marina argentina en 1951 fue hundido por un submarino británico HMS Conqueror. El crucero Belgrano había sobrevivido el ataque japonés de Pearl Harbor y hasta había sido condecorado por su desempeño en la segunda guerra mundial en el Pacífico.

En efecto, en cuanto el gobierno argentino se enteró que la Fuerza de Tareas británica navegaba hacia el sur, se preparó para recibirla con el despliegue de dos fuerzas de tareas navales, una con el portaviones 25 de Mayo y dos destructores, y la otra con tres corbetas armadas con misiles Exocet. El plan era esperar al norte de las Falklands.

A su vez el 26 de abril el ARA General Belgrano abandona Ushuaia en Tierra del Fuego, junto a dos destructores y buque cisterna conformando en los hechos una tercera fuerza de tareas. El 29 de abril estaba patrullando el Banco Burdwook al sur de las Falklands, pero el 30 de abril fue ubicado por el submarino HMS Conqueror.

El primero de mayo el Almirante Juan Lombardo ordena a las unidades argentinas de buscar y destruir la Fuerza de Tareas británica con un ataque masivo. El mensaje fue interceptado por la inteligencia británica y de inmediato el Almirante Terence Lewsin, Director de Defensa solicitó al Gabinete de Guerra que flexibilice las reglas de combate autorizando atacar. En vista que el ARA Belgrano estuvo zigzagueando en torno a la zona de exclusión total, se consideró que era un peligro mayor como para ignorar.

El 2 de mayo HMS Conqueror disparó tres torpedos y dos hicieron impacto en el ARA Belgrano, uno en la proa y el otro en sala de máquinas en la popa. El crucero quedó sin energía eléctrica lo cual le impidió enviar un mensaje pidiendo ayuda. También se afirma que si bien el barco estaba en alerta de combate, las puertas internas de sellado y compartimento estaban abiertas. Veinte minutos más tarde, el capitán Bonzo ordenó abandonar el barco, se lanzaron las balsas y comenzó la evacuación. Empero por la poca visibilidad los destructores argentinos que lo escoltaban no percibieron la suerte del ARA Belgrano, y sin mensaje de socorro no se enteraron hasta mucho más tarde y para entonces el mar había embravecido y las balsas se había dispersado.

En el correr de los tres días siguientes barcos argentinos y chilenos rescataron a 772 sobrevivientes empero la pérdida humana fue espantosa 323 tripulantes. Tras el ataque del submarino la flota argentina se retiró a base y no participó más en el conflicto, aunque los cazas bombarderos navales siguieron operando pero desde bases en tierra.

En 2003, el capitán Héctor Bonzo quien sobrevivió al hundimiento afirmó que el submarino británico había actuado en el marco de las reglas de guerra. En una entrevista en 2009, dos años previo a su deceso reiteró que “no se trató de un crimen de guerra o violación de normas de guerra, fue una acción de guerra, lamentablemente legal”

Pero dos días más tarde el 4 de mayo, dos caza bombarderos Super Etandard con sus misiles Exocet demostraron que la batalla aérea no iba a ser fácil. Sorprendieron y hundieron al destructor Tipo 42 HMS Sheffield, con la pérdida de 20 hombres y 26 heridos.