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Falklands no olvida la turba, el combustible que hizo posible el desarrollo de las Islas

Jueves, 7 de octubre de 2021 - 09:43 UTC
La foto muy ilustrativa muestra una cantera desde donde se cortaban los ladrillos de turba La foto muy ilustrativa muestra una cantera desde donde se cortaban los ladrillos de turba

El pasado lunes 4 de octubre las Islas Falkland celebraron con un feriado nacional el Día del Corte de Turba. Si bien hoy en día la turba prácticamente no se utiliza más como combustible, la turba está íntimamente ligada a la historia y acerbo de las Islas pues al no haber árboles por los fuertes vientos del Atlántico sur, la turba se utilizó para calentar los hogares y para cocinar.

El lunes por tanto todas las oficinas públicas de las Islas, a excepción de servicios esenciales permanecieron cerradas en honor a un día que era sagrado en la vida, más bien sobrevivencia de los Isleños.

En efecto hasta hace muy pocas décadas todas las viviendas tenía al costado o al fondo un galpón donde se almacenaban los ladrillos de turba y había “canteras” con áreas designadas para que las familias cortasen la turba y en carros la transportaran a sus hogares. Fue también motivo de desastre pues al menos en dos oportunidades los huecos de las canteras, en la cresta de la loma de la capital Stanley, bajo intensa lluvias, se convirtieron en lagunas que desbordaron imprevistamente ocasionando un aluvión de agua, barro y masa de turba que cortó el entonces asentamiento al medio, arrasando viviendas y vidas.

Este domingo se celebra en las Islas un censo de población y viviendas que actualizará cifras, pero según los dos anteriores del 2012 y 2016 el consumo de turba que era fundamental en el siglo anterior, pasó a ser insignificante y descendiendo.

En efecto según dichos censos, para la calefacción, el 85% de los hogares de Stanley donde viven dos tercios de la población de las Islas, queroseno (85%), diesel (10%) y electricidad (2%) eran la fuente de calor. La turba apenas convence a unos 2% nostálgicos pues de 402 hogares en 1991, se redujo a 20 en 2016. Igualmente para cocinar los hogares de la capital apelan a la electricidad (49%), gas natural (46%), en tanto queroseno y diesel no pasan del 2% y la turba alguna vez noble, apenas el 2%.