El presidente y la vicepresidenta de la Asamblea Legislativa de las Islas Falkland, MLA Mark Pollard y MLA Leona Roberts, se presentaron ante los miembros del Comité Especial de Descolonización de las Naciones Unidas (C-24) y cada uno pronunció un discurso en el que hablaron de sus historias personales así como del futuro de las Islas Falkland en su conjunto.
En un sentido y muy humano pedido, el legislador Pollard pronunció ante el comité en Nueva York el siguiente discurso:
Señora Secretaria, honorables delegados, damas y caballeros. Gracias por la oportunidad de dirigirme a este Comité.
Por qué estoy aquí hoy ante Uds.? Por qué he viajado 12,000 millas, lejos de mi familia, durante una pandemia global? Espero que algunos de Uds. aquí presentes hoy me ayuden a responder la pregunta.
Acaso las Naciones Unidas, más específicamente el Comité de Descolonización, el C24, no están aquí para ayudar a territorios como el mío? Según entiendo yo, todos aquí pretenden el fin de la colonización mediante el apoyo a los territorios para que determinen su propio futuro.
Por tanto no es sin ironía que mi colega y yo hemos viajado un mundo para hablarles, al Comité de Descolonización de Naciones Unidas; para protestar contra aquellos que pretenden no ayudarnos a alcanzar la auto determinación, y en su lugar convertirnos en una colonia de Argentina. Contra los claros deseos del pueblo de mis Islas.
Estoy aquí porque nuestros expansionistas y agresivos vecinos quieren quedarse con mi hogar, el hogar de mi pueblo, la casa de mis hijos y yo simplemente no lo puedo aceptar. Cuando mis hijas me miren a los ojos en el futuro y me pregunten, Papi, porque dejaste que esta gente se hiciera de nuestra casa? Yo tendré que poder responder a esas miradas y prometerles que hice todo lo que pude para proveerlas con lo más básico de las cosas. Un hogar seguro, donde vivir y criar sus propios hijos. Un futuro de su elección.
El objetivo de nuestros vecinos es no empoderar nuestro territorio para alcanzar un estatus pos-colonial que nos resulte aceptable. Es por el contrario negarnos nuestro derecho humano básico a la auto determinación. Estamos perfectamente felices con nuestro estatus político actual, tal cual quedó en evidencia en el referendo del 2013 cuando el 92% de los Isleños concurrieron a las urnas para votar, 99,8% a favor de retener nuestro estatus político actual como un Territorio de Ultramar del Reino Unido.
Soy apenas uno más de una larga lista de representantes democráticamente electos de las Islas Falklands en dirigirse ante este Comité. A lo largo de los años han escuchado hablar de cifras y hechos, resoluciones y matizados argumentos históricos. No es secreto alguno que discrepamos con los groseros argumentos e historia falsificada continuamente expuesta por nuestros vecinos.
Pero yo les quiero hablar de la gente, de nuestro pueblo. Me parece que la razón misma de la creación de este Comité fue justamente para ayudar a la gente, a los pueblos. Por esa razón quiero contarles la historia de mi familia en las Islas Falkland.
Comienza seis generaciones atrás, o sea 172 años. John y Esther Smith arribaron a las Islas Falkland esperando poder levantar un hogar para su familia, tal cual lo hicieran los pioneros aquí en Estados Unidos. Fue un año después que comenzara la fiebre del oro en California, doce años previo al inicio de la Guerra Civil, 16 años previo a la abolición de la esclavitud en EE.UU., y 30 años antes que Edison inventara la lámpara de energía eléctrica.
Sucesivos ancestros míos continuaron elegir seguir con sus familias y hogares en esta parte del mundo desafiante y rudo, pero sumamente hermoso.
Nací en 1979, tres años antes que Argentina invadiera el hogar de mi familia, una herencia multinacional de sangres irlandesa, inglesa, de las Islas Falklands y uruguaya. Mi madre de parentesco tanto de Falkland Islanders como uruguayos, vivía en el exterior en ese tiempo. Tuvo que mirar la invasión desde la distancia y sin idea alguna lo que podría sucederle a su familia, amigos, en definitiva su gente. Tuvo que ver como una nación 16,000 veces más grande invadía y encerraba a civiles bajo custodia militar. Su propio hermano fue arrancado de su familia, esposa e hijos a punta de rifle y trasladado en helicóptero. Argentina tenía en aquella época una muy bien fundada reputación de hacer desaparecer a sus propios civiles.
Crecí en una Islas Falkland que había sido devastada por la guerra. Cuando a otros niños se les enseñaba del peligro de hablar con extraños, a nosotros se nos enseñó a reconocer minas, trampas caza-bobos, y explosivos sin detonar. Crecí en un país al cual le quitaron la inocencia, una inocencia reemplazada por ira, amargura y confusión. Un país con estrés pos traumático circulando por su torrente sanguíneo y corazón. Civiles que nunca llegaron a entender por qué los militares hacían ostentación de armas frente a ellos, y frente a los niños.
39 años más tarde se han barrido y despejado los campos minados, pero el peligro de explosivos sin detonar subyacen potencialmente en todo campo, toda playa de las Islas.
Recuerdos de muerte y destrucción se han convertido en parte de nuestra vida diaria. Las cicatrices físicas en nuestro territorio cierran con el tiempo pero algunas mentales de mi gente nunca se irán.
Tengo dos hijas, una de seis meses y otra de tres años. Quiero que crezcan confiadas y seguras en nuestro propio hogar. No deseo ni tengo intención de enseñarles el mismo odio que se me enseñó. Un odio que se ha visto reforzado, una y otra vez, nuevamente por las acciones emprendidas por Argentina desde la guerra.
Tendré que enseñar a mis hijas empero que nunca confíen en nuestros vecinos más próximos. También sé que la inocencia que se nos arrancó, a punta de cañón no retornará en un futuro próximo. Una inocencia que mis hijas y posiblemente las suyas nunca lleguen a conocer. Me aseguraré que aprendan determinación, resolución y nunca inclinarse ante las balas. Les enseñaré que si bien somos pequeños, podemos tener confianza y siempre debemos hablar en contra de las tiranías.
En caso se estén preguntando porque les conté la historia de mis antepasados, la mía y probablemente la de mis hijas, es porque nuestros vecinos que nos superaban 16,000 a uno, aún insisten en quitarme mi hogar, el hogar de nuestra gente y el hogar de mis hijas. Nunca han demostrado remordimiento alguno por sus acciones y al contrario aquí están, descaradamente, frente al mundo reclamando que son ellos quienes han sido tratados injustamente
Esta gente, la Argentina de hoy, con toda seguridad les contará que son una nación diferente. Una nación amante de la paz y amistosa. Empero aún aspiran a anexar nuestro país contra los deseos de nuestro pueblo. Aún mantienen sanciones económicas y medioambientales contra nosotros. No se detendrán en nada para interferir con nosotros, aún negando vuelos humanitarios para repatriar a compatriotas latinoamericanos en medio de la pandemia. Más importante aún, Argentina busca por todos medios negarnos nuestro derecho humano básico a la auto determinación. Algo que pienso la mayoría de los miembros de este Comité busca proteger.
Por tanto vuelta a mi pregunta original. Por qué hoy estoy aquí ante Uds.? Por qué he viajado 12,000 millas lejos de mi familia durante una pandemia global? Es la razón por la cual nosotros, como representantes electos, permanecemos meses lejos de nuestras familias viajando por el mundo, tratando de conseguir apoyo donde sea posible. Es porque Argentina quiere sacarme mi hogar, el hogar de mi pueblo, el hogar de mis hijas, para transformarnos en una colonia de ellos y no se detendrá ante nada. Aún intentando corromper los procedimientos de esta organización, las Naciones Unidas. Utilizando vuestro Comité, parte de una organización montada como bastión de la paz y seguridad internacionales, para intentar y negar a mi gente sus derechos humanos básicos. Estoy aquí para pedirles. No, estoy aquí para implorarles que permitan a mis hijas crecer sabiendo solo de la paz.
La única forma de hacer eso es presionar a Argentina para que se convierta en vecino responsable. Que reconozca el derecho de mi pueblo a determinar su propio futuro.
Me apoyarán, a mi pueblo, a mis hijas para que podamos determinar nuestro futuro? O dejarán que vuestro Comité sea utilizado como una herramienta para la colonización, permitiendo se imponga un bully agresivo, expansionista que busca colonizar una nación inocente amante de la paz, más que contenta con su actual estatus político?
Muchos harán un llamado para conversaciones bilaterales entre el Reino Unido y Argentina para resolver el problema de las Islas Falkland. Argentina ya ha anticipado el resultado de cualquier potencial negociación mediante el refuerzo constitucional de su reclamo sobre nuestro hogar.
La única gente que puede resolver el problema de las Islas Falkland es el pueblo de las Islas Falkland, y no vemos ningún problema con nuestro estatus político actual. Si la comunidad internacional respaldara nuestro derecho humano básico para determinar nuestro propio futuro, entonces habrá arreglado el problema de las Islas Falkland.
Se lanzarán dudas sobre lo que he dicho hoy aquí. Pero también estoy confiado en que mis afirmaciones representan a la gente que me puso aquí en primer lugar, y que como actual secretario de la Asamblea Legislativa de las Islas Falkland me permito invitar al Comité para que vengan a las Islas y vean con sus propios ojos. Desde 1965 este Comité ha enviado 37 misiones a 23 territorios distintos, pero ni una vez a mi casa, las Islas Falkland.
Nosotros como pueblo estamos felices con nuestro actual estatus político como Territorio Británico de Ultramar, por favor vengan y compruébenlo.