El comercio exterior está en riesgo por estos días y los ojos del mundo están atentos a lo que pueda suceder en China. En un escenario con una pandemia que aún no está controlada, presiones inflacionarias y la recesión económica, la industria naviera debe enfrentarse a los retrasos en las entregar y a una de sus mayores pruebas de resiliencia hasta el momento.
Y es que a la resentida logística en el comercio internacional, su sumó en mayo la decisión de Yantian, uno de los puertos más activos del gigante asiático, que anunció que no iba a aceptar nuevos contenedores de exportación debido a un brote de coronavirus. Pese a que las autoridades indicaron que la terminal retomaría su actividad en cosa de días, el cierre parcial ha desordenado las rutas comerciales, que hoy se ven enfrentadas a más obstáculos e importantes alzas de precios en los fletes.
Según Bloomberg, a la fecha hay cerca de 139 buques portacontenedores frente a las costas chinas que permanecen estancados, aproximadamente un 50% más que el promedio entre mediados de abril y principios de mayo, lo que ha limitado el envío de algunos productos por completo. A su vez, el mismo medio expuso que el transporte marítimo alcanzó precios nunca antes vistos, y que además de estorbar el comercio, podría convertirse en un potencial acelerador de la inflación, considerando que las tarifas de contenedores aumentaron casi siete veces respecto al año anterior.
La tendencia es preocupante y la incesante congestión se está convirtiendo en un problema mundial, comentó AP Moller-Maersk, el mayor transportista de contenedores del mundo, en un comunicado. La situación en el sur de China es otro de una serie de desastres que hemos visto plagar la cadena de suministro global, según Nerijus Poskus, vicepresidente de estrategia oceánica y desarrollo de transportistas de Flexport, que fabrica software que ayuda a las empresas a administrar cadenas de suministro. El experto calculó que la congestión en Yantian tardará entre seis y ocho semanas en despejarse.