El conservador Alberto Núñez Feijóo consiguió el domingo su cuarta mayoría absoluta en Galicia, mientras el nacionalista Iñigo Urkullu se impuso con un resultado más amplio que hace cuatro años y podrá volver a gobernar en el País Vasco con los socialistas, tras unas elecciones atípicas marcadas por la pandemia del coronavirus.
Las primeras elecciones celebradas en España desde la irrupción del coronavirus no pasaron factura a las fuerzas políticas hegemónicas en Galicia y el País Vasco, por el contrario, los presidentes de ambas regiones salieron reforzados.
Núñez Feijóo revalidó su mayoría absoluta con un 48% de los votos y 42 diputados, uno más que en 2016, y cuatro por encima de los 38 que necesitaba, escrutados el 99% de los votos.
Con su cuarta victoria y mayoría consecutiva, el líder gallego, eterno aspirante a liderar el Partido Popular (PP) actualmente en bajo el mando de Pablo Casado, logró igualar al caudillo conservador Manuel Fraga, quien gobernó Galicia entre 1990 y 2005.
Los gallegos han mandado un mensaje de estabilidad muy importante, aseguró Feijóo ante sus simpatizantes al celebrar su triunfo por mayoría absoluta, algo que, según dijo, le parecía imposible durante una pandemia, a cuyas víctimas recordó.
Desde aquí vamos a colaborar con la gobernabilidad de España, prometió el líder conservador, quien al reforzar su liderazgo vuelve a abrir el debate sobre el rumbo que tomará el PP a nivel nacional.
Feijóo se negó a suscribir la estrategia de Casado de ir a las elecciones en coalición con Ciudadanos, una decisión que en el País Vasco supuso una mala jugada para los conservadores y buena para los liberales, ya que el PP cayó de 9 a 5 diputados.
El presidente gallego resistió al coronavirus, mientras la izquierda gallega se sumió en una grave crisis, superada por el Bloque Nacionalista Galego (BNG) de Ana Pontón, quien dio la sorpresa.
En clave nacional, el Partido Socialista (PSOE) del presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, sale intacto en Galicia en términos de diputados pero su candidato, Gonzalo Caballero, ha sido incapaz de erigirse como alternativa a Feijóo.
Más duro ha sido su socio en el Ejecutivo de Madrid, la fuerza de izquierda Unidas Podemos (UP), del vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, que sufrió un duro golpe en Galicia, al quedar fuera del Parlamento regional, pasando de un 19% -y 14 diputados- a 3,9% de los votos.
En el País Vasco, en tanto, Urkullu se impuso con el 39% de los votos y 31 escaños, reforzando la hegemonía política del Partido Nacionalista Vasco (PNV), contabilizados el 100% de los votos.
Estoy satisfecho, pero también es importante recordar a todos los enfermos, a los familiares de los fallecidos, así como los desocupados por la pandemia, dijo Urkullu tras agradecer la confianza que le otorgó la sociedad vasca de forma mayoritaria.
El líder nacionalista prometió trabajar en conjunto, y formar un gobierno sólido, para salir de esta crisis cuanto antes y lo mejor posible, haciendo un guiño a sus actuales socios de gobierno socialistas, que también mejoraron sus resultados, al obtener 10 diputados, uno más que hace cuatro años.
La suma de PNV y PSOE incluso permitiría formar un gobierno de coalición con mayoría absoluta, al sumar 41 diputados, 3 más de los necesarios, algo que no ocurre en la actualidad.
Unidas Podemos ha sido también el gran derrotado en el País Vasco, al caer de 11 a 6 escaños.
Nuestro espacio político ha sufrido hoy una derrota sin paliativos. Perdemos buena parte de nuestra representación en el País Vasco y quedamos fuera del Parlamento de Galicia. Nos toca hacer una profunda autocrítica, admitió Pablo Iglesias a través de Twitter.
Al igual que en Galicia cobró fuerza el BNG en detrimento de la izquierda, en el País Vasco también sube el partido independentista EH Bildu, que pasó de 18 a 22 escaños, manteniéndose como segunda fuerza.
Por su parte, los ultraderechistas de Vox lograron entrar por primera vez en el Parlamento vasco, aunque se quedaron fuera en Galicia, con un 2%, aunque por delante de Ciudadanos, que no llega ni a un 1%.
Galicia y el País Vasco vivieron unas votaciones atípicas marcadas por la crisis del coronavirus, que llevó a los gobiernos regionales a tomar la polémica decisión de prohibir que voten más de 450 personas infectadas por brotes activos en ambas regiones.
Los gallegos y vascos acudieron a votar con barbijos y muchos ya con sus sobres con la boleta de su partido en las manos.
Desde primera hora de la mañana se registraron colas en los centros de votación, siendo la participación electoral la principal incógnita, debido al temor a que los brotes de coronavirus desmovilizaran al electorado.
En ambas regiones se produjo una importante caída de la participación, de cinco puntos en Galicia, donde votó el 58% del electorado, y de siete puntos en el País Vasco, con apenas un 52% de votantes, batiendo récord de abstención.