Brasil volvió a albergar este domingo manifestaciones callejeras a favor y en contra del presidente Jair Bolsonaro que fueron menos tensas que otras recientes, en una jornada en la que resultaron más fuertes las declaraciones de dos recientes aliados del mandatario.
Mientras las protestas redujeron el grado de violencia, el ensayista de ultraderecha y referente ideológico de Bolsonaro, Olavo de Carvalho, postuló el derrocamiento de este “gobierno de mierda” si sigue “inactivo y cobarde”.
Paralelamente, el ex ministro de Justicia Sérgio Moro afirmó que la negación del mandatario con respecto a la gravedad del coronavirus es “equivalente” al del ex presidente Lula da Silva acerca de la corrupción.
Las marchas a favor y en contra de Bolsonaro en varias ciudades transcurrieron sin incidentes de importancia, después de los disturbios del domingo pasado, y sólo en San Pablo hubo un enfrentamiento entre manifestantes y policías a última hora de la tarde, tras la protesta por el asesinato del negro afroamericano George Floyd en Estados Unidos.
La declaración de Carvalho tuvo lugar mientras se espera que el Supremo Tribunal Federal (STF, corte suprema) se pronuncie el miércoles próximo sobre la investigación que impulsó acerca de una usina de noticias falsas, por la que ya allanó a muchos aliados del gobierno y del ensayista.
Por otra parte, Moro dijo al diario Folha de Sao Paulo que la actitud de Lula, quien no admite que haya habido corrupción durante los gobiernos de su Partido de los Trabajadores (PT), “es más o menos equivalente a la postura del presidente de la república (Bolsonaro), que niega la existencia de una pandemia en el momento actual”.
Moro dejó el gobierno en desacuerdo con la decisión de Bolsonaro de relevar autoridades de la Policía Federal en medio de una investigación que puede comprometer al mandatario y a un grupo de parientes y allegados.
El primero de este mes, Moro dijo que Bolsonaro estaba promoviendo una “rebelión armada” contra los gobernadores y alcaldes que decretaron cuarentena, y el jefe del Estado respondió calificando de “cobarde” a su antiguo ministro.