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La base antártica brasileña Comandante Ferraz revivió de sus cenizas tras incendio ocho años atrás

Viernes, 17 de enero de 2020 - 09:22 UTC
La nueva estación costó alrededor de US $ 100 millones. La nueva estación costó alrededor de US $ 100 millones.
Mourão destacó la importancia de la presencia de Brasil junto con 28 países en la Antártida. Mourão destacó la importancia de la presencia de Brasil junto con 28 países en la Antártida.

Brasil reabrió el miércoles su base científica Comandante Ferraz en la Antártida, que había sido destruida en un incendio en 2012. En el incidente murieron dos soldados y más de dos tercios de las instalaciones fueron destruidas.

 El vicepresidente Hamilton Mourão pronunció el discurso principal en nombre del presidente Jair Bolsonaro durante una ceremonia que tuvo que reprogramarse debido al mal tiempo que impidió que las autoridades llegaran a tiempo.

“Las nuevas instalaciones representan el avance en la presencia de Brasil en este continente y un avance cualitativo en el compromiso del gobierno federal con el desarrollo de actividades científicas vinculadas a cuestiones científicas y ambientales”, dijo Mourão.

La nueva base, ubicada en la Isla Rey Jorge, en el archipiélago de las Shetland del Sur, costó al gobierno federal unos US $ 100 millones y cubre un área de 4.500 metros cuadrados, casi el doble de la base anterior. El nuevo edificio está ubicado en la Bahía del Almirantazgo, fue construido por la empresa china CEIEC (Corporación Nacional China de Importación y Exportación de Electrónica).

La ceremonia de apertura comenzó a las 8:30 p.m. hora de brasilia. Además de Mourão, estuvieron presentes los Ministros de Defensa, el general Fernando Azevedo e Silva, y de Ciencia, Tecnología, Innovaciones y Comunicaciones, Marcos Pontes e Infraestructura, Tarcísio Gomes de Freitas.

El primero en hablar fue el jefe de la Armada de Brasil, Almieante Ilques Barbosa, quien destacó que el proyecto arquitectónico de la nueva base fue preparado por brasileños siguiendo rigurosos criterios de sostenibilidad. También agradeció a CEIEC por el exitoso trabajo conjunto.

Barbosa destacó “el compromiso de Brasil como miembro asesor del Tratado Antártico para participar en las decisiones sobre el futuro de esta región”.

Agregó que “Ferraz representa el mantenimiento de nuestra presencia activa en este continente. Brasil está con una nueva casa en la Antártida, bienvenidos a todos”.

El lanzamiento de un globo meteorológico por un investigador de la Universidad Federal de Minas Gerais marcó el inicio simbólico de las actividades científicas en la nueva estación brasileña.

Posteriormente, se firmó un documento de recepción de las instalaciones entre el almirante Barbosa y el presidente del CEIEC, Qu Huimin.

La ceremonia alcanzó su punto máximo con el discurso de Mourão. El vicepresidente subrayó que la nueva base estará al servicio del desarrollo de la ciencia y la cooperación internacional, caracterizando “el avance de la presencia de Brasil en este continente del sur”.

Aunque las formalidades aún estaban pendientes, desde noviembre de 2019 ya se han llevado a cabo diferentes investigaciones en la nueva base.

Diseñada por el estudio de arquitectura brasileño Estúdio 41, la unidad se destaca por su elegante aspecto y alojamiento estilo hotel para 64 personas, incluidos científicos y personal militar.

Diecisiete laboratorios, catorce internos y tres externos, apoyarán la investigación en una variedad de campos, desde la microbiología ambiental hasta la fisiología humana, la paleontología y el cambio climático.

No obstante, epresentantes de la comunidad científica brasileña han expresado dudas sobre el futuro operativo de la base, debido a las restricciones presupuestarias que prevalecen en la administración Bolsonaro.

El edificio está organizado en dos bloques de baja altura, sostenidos a través de pilares capaces de resistir los efectos del derretimiento de la Antártida, donde se registran las temperaturas más bajas en el planeta y vientos de hasta trescientos kilómetros por hora.

“Brasil es un país tropical, por lo que no estábamos acostumbrados a estas condiciones. Fue un proyecto de ingeniería llevado a cabo por un equipo de arquitectos”, dijo a EFE Emerson Vidigal, uno de los arquitectos a cargo del proyecto.

“Nuestra premisa central era garantizar la supervivencia y la comodidad del ser humano en este lugar inhóspito”, agregó.

El estudio de arquitectura comenzó a trabajar en el proyecto en 2013, pero no fue hasta finales de 2015 cuando comenzaron las obras de la estación, después de que la empresa de construcción china CEIEC ganara el concurso internacional.

Los cimientos del complejo se ensamblaron por primera vez en Shanghai y, a partir de 2017, se transportaron a la Isla Rey Jorge, lo que explica que la mitad del costo financiero total de la nueva base, estimada en aproximadamente US $ 100 millones, se destinó a transporte y logística de la misma.

El proyecto arquitectónico logró combinar la respuesta de los requisitos científicos y el respeto por el medio ambiente, ya que las tecnologías destinadas a minimizar el impacto ambiental eran una prioridad.

Específicamente, el 30% de la energía de la estación es renovable, además de “respetar la fauna y flora local”.

Pero más allá de la eficiencia, la durabilidad y el uso de energía, los arquitectos lograron trasladar la estética de esta base, cuyo diseño incluye grandes cristales que conectan el edificio con el paisaje de la zona más fría del planeta.

El estudio, en manos de los profesores Paulo Câmara, de la Universidad de Brasilia, y Luiz Henrique Rosa, de la Universidad Federal de Minas Gerais, se centró en el análisis del ADN de plantas y hongos antárticos.