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Desde la penumbra del fondo marino, a 1.600 metros, de repente emergió el majestuoso Scharnhorst con sus cañones

Jueves, 5 de diciembre de 2019 - 10:58 UTC
“La gran ironía de todo esto es que encontramos al Scharnhorst de casualidad. Fue en uno de los giros que el AUV paso por encima del Scharnhorst”, dijo Mensun Bound. “La gran ironía de todo esto es que encontramos al Scharnhorst de casualidad. Fue en uno de los giros que el AUV paso por encima del Scharnhorst”, dijo Mensun Bound.
Bound, en sus propias palabras, contará los problemas para determinar la zona del hundimiento de la flota alemana hace más de un siglo Bound, en sus propias palabras, contará los problemas para determinar la zona del hundimiento de la flota alemana hace más de un siglo

Mensun Bound, jefe de la operación que lograra el impactante descubrimiento del crucero acorazado, SMA Scharnhorst, nos cuenta la sucesión de hechos que lograron materializar la curiosidad de un niño, nacido en las Falklands, por el mar, sus mitos, sus misterios y la gran Batalla de las Falklands. Ya como arqueólogo marino por décadas siguió forjando el camino para alcanzar esa meta, sin pocos sinsabores, hasta este primer gran hallazgo en abril de 2019.

En su narración contará los problemas para determinar la zona del hundimiento de la flota alemana hace más de un siglo, el barrido del fondo del mar hasta que de las penumbras de 1.600 metros de profundidad emergió con sus cañones, el majestuoso buque insignia del Almirante Graf von Spee.


Armas frontales del SMS Scharnhorst. (Photograph: TVT Productions)

Bound también nos ilustra sobre la personalidad del almirante, la situación política de la Gran Guerra, el desafío que significó para una alicaída Marina Real y el entorno en que se desarrolló la Batalla y sus consecuencias para los mercantes acorralados en puertos de América del Sur temerosos de partir hacia Europa

Según explica Bound, el problema era que tras la Batalla, los británicos en realidad no sabían dónde estaban. Cuando todo terminó, los oficiales navegantes de los barcos se juntaron para tratar de ubicar la posición. Quedarían como nada profesionales si hubieran tenido que admitir que no sabían con exactitud donde se había desarrollado la Batalla. Y no había mucho en que guiarse. No había líneas de bitácora para decirles las distancias cubiertas, pues habían estado zigzagueando por todos lados. Los desvíos en los compases de dirección eran totales por las vibraciones y calor de las naves en combate. El barco se estremecía todo cada vez que disparaba sus principales cañones o era alcanzado por algún proyectil. Ya había además una espesa nube que cubría todo que impedía cualquier medición solar con sextantes. Ni que decir que en esa época no había radares.

El cuadrante de búsqueda que nos trazamos era vasto de 40 x 30 millas náuticas, unos 4.500 kilómetros cuadrados. Me había tomado cinco largos meses cortar a través de las aguas del Cabo de Hornos para cubrir esa área en 2014/15 utilizando tecnología vieja, de arrastre con un sistema de escaner laterales. Contando con una flotilla de última tecnología de Vehículos Autónomos de exploración marina, AUV, del Ocean Infinity, dividimos el área en seis zonas de búsqueda, una por cada AUV. Significaría que podríamos cubrir todo el cuadrante en varios días. Fue casualidad que el primer AUV en sumergirse (inmersión número 1) y cubriendo la esquina noreste descubriera al buque insignia Scharnhorst al segundo día. No lo supimos hasta más tarde debido a que no monitoreamos lo que sucedía en tiempo real. Durante la misión los datos se almacena y luego, tras el retorno del AUV al hangar, descargamos toda la información la cual entonces es convertida en un formato legible para su análisis.


Mensun Bound, arqueólogo marino.

Un golpe de suerte apenas fuera del cuadrante de búsqueda

La gran ironía de todo esto es que encontramos al Scharnhorst de casualidad. La búsqueda se cumple a lo largo de franjas paralelas, “cortando el césped” se llama, y al final de cada pasada del AUV, este gira fuera del cuadrante para continuar su pasada por la siguiente franja. Fue en uno de estos giros que el AUV paso por encima del Scharnhorst.

Del momento que había dado una serie de charlas al equipo sobre la Batalla de las Falklands, todos estaban muy bien informados y con un sentir a flor de piel que era eléctrico. Generalmente estamos a la caza de sombras sobre el lecho marino, pero cuando el Scharnhorst primero apareció en el flujo de información recogido, no había duda alguna que se trababa de un barco superlativo. Hasta se podía apreciar el cráter de impacto en torno y donde había dejado su huella al arrastrarse en el fondo marino. ¿Pero de qué barco se trataba? Bajamos un vehículo operado a control remoto para explorar en tiempo real. Nunca descendimos directamente sobre nuestro objetivo, siempre lo hicimos aproximándonos lateralmente. Inmediatamente nos encontramos en medio de un lecho de restos que a gritos indicaba, batalla. Y de golpe de entre la penumbra emergió frente a nosotros, sus grandes cañones apuntando en todas direcciones. Hasta pudimos leer la palabra “Krupp” , el nombre de la famosa acería alemana en uno de los tubos del cañón. Pero, ¿era el buque insignia, Scharnhorst o su gemelo el Gneisenau? El escudo de proa ya no estaba más por tanto la identificación del Scharnhorst se limitó al conteo de los ojos de buey.


“KRUPP,” el nombre de la famosa acería alemana en uno de los tubos del cañón

Más adelante Bound explica que at estallar la Primera Guerra Mundial, Alemania contaba con una poderosa flota en el Pacífico. Se la conocía como la Escuadra de Asia Oriental y su comandante era el Almirante Maximiliano Johannes Maria Hubertus Reichsgraf von Spee, un resoluto guerrero prusiano, aristócrata de 53 años, muy reverenciado por su integridad y profesionalismo por todos aquellos que lo conocían, amigos y enemigos por igual. Para aquellos bajo su mando era un figura paternal, exigente en disciplina por cierto pero un líder que velaba por sus hombres y les inspiraba en ellos lealtad, coraje y devoción a la marina. Junto con él en otros barcos de la escuadra estaban sus dos hijos, el Conde Otto y el Conde Heinrich. Los barcos bajo su mando eran los cruceros acorazados Scharnhorst (buque insignia), y Gneisenau y los cruceros livianos Nurnberg, Leipzig y Emden. Más tarde se les sumaría el Dresden. En materia de poder de fuego, velocidad y eficiencia eran una fuerza consolidada, una intimidante máquina de combate, solo superada en toda la cuenca del Pacífico por la marina japonesa. Su objetivo en la guerra era proteger las colonias alemanas, la 'guerre en course' (asalto a los barcos mercantes) y atraer a las naves mayores del enemigo alejándolos del principal teatro de guerra (en este caso Europa) donde eran más necesitados.

Von Spee, el mejor comandante para la mejor escuadra

En tanto Gran Bretaña se inclinaba por desplegar sus barcos de guerra más viejos para las patrullas de rutina en océanos distantes, Alemania por el contrario en esos mismos lugares desplegaba lo mejor, y lo mejor era la Escuadra de Asia Oriental. Los barcos de esta flotilla no solo eran veloces y bien artillados, eran además comandados por oficiales seleccionados y con tripulaciones de veteranos. Esto no era sólo una postura imperial, sino además un tema de estrategia y necesidad porque si se trataba de una guerra con Gran Bretaña, una escuadra de estas condiciones, perdidos en la vastedad del Océano Pacífico podrían hacer un daño incalculable a esos mercantes británicos con bodegas cargadas de alimentos y materias primas, de los cuales dependía la isla nación. Empero también estarían solos en un teatro de batalla abrumadoramente pro británico y sus chances de alguna vez poder retornar a sus puertos de origen, eran extremadamente remotas. Para el comandante de la Escuadra de Asia Oriental internarse no era una opción, se esperaba de ellos que combatieran hasta el último suspiro y cuando llegara el fin, caer con honor. Por tanto se trataba de la mejor Escuadra y quien fuera designado para comandarla también tenía que ser el mejor. En noviembre de 1912, a los 51 años, el honor de comandar esta ilustre escuadra de guerra recayó sobre el Contra Almirante Gran von Spee. Desde el Kaiser para bajo todos coincidieron que era el mejor hombre para desempeñar esa responsabilidad. 


Almirante Maximilian Graf von Spee

Von Spee era un hombre sereno, pero de presencia impresionante. Bound afirma haber visto su foja de servicio en los archivos de Alemania y demuestran un profesionalismo a todo nivel. Los hombres de su escuadra habían ganado el premio del Kaiser a los mejores artilleros navales dos años seguidos y si había alguien que podía extraer lo mejor de su tripulación, en una situación de combate era precisamente von Spee. La naturaleza de su posición demandaba que fuera una figura algo distante, y por cierto que von Spee tenía muy pocos en su círculo de confianza, le molestaba la frivolidad social y aún cuando relajado, con un cigarro en la mano, en la sala de oficiales, nunca estaba completamente distendido comportándose siempre con mucha altura pero sin dignidad inamistosa, prefiriendo una conversación seria a lo jocoso. Algunos han interpretado esto como una manifestación de cierta timidez y puede que sea cierto en parte pero nos queda claro que una vez alcanzado los rangos más altos no quería se confundieran sus relaciones profesionales con familiaridad. Y asi funcionó, en los cientos de documentos, cartas y memorias que han sobrevivido queda claro que sus hombres le eran totalmente devotos y que hasta cierta mística se había conformado en torno a su figura. Tenía pocas amistades próximas y se trataba de los hombres que habían ascendido junto a él en los rangos del servicio naval y compartían sus valores. Su único verdadero confidente dentro de la Escuadra de Asia Oriental era el Capitán Maerker del Gneisenau, era como una suerte de Collingwood al Conde Nelson. La mayor satisfacción del Almirante cuando estaban anclados era un partido de bridge junto a Maerker, y sus dos hijos, Otto y Heinrich. Aparte de la familia y su fe religiosa, para von Spee los únicos otros intereses serios fuera de asuntos navales, eran la historia natural y la geología sobre los cuales podía versar con el conocimiento y sabiduría que solo pueden provenir de mucho estudio.

Un almirante de la promoción de von Spee escribió que no era un orador de inspiración, pero que en todo lo que tenía que decir siempre era lúcido, preciso y sin necesidad de referencia a notas. La misma persona también habló de su devoción a la fe católica, sus gustos austeros, el orden con el cual siempre se conducía y la estricta disciplina que esperaba de todos aquellos bajo su mando. Si bien von Spee nunca fue probado al extremo de por ejemplo Nelson, uno puede apreciar paralelismos entre los dos en cuanto al profesionalismo, el manejo de la flota y fortaleza en el combate. En tanto la mayor divergencia, y obvia, entre ambos es que von Spee era misericordioso, y no estaba poseído de esa extravagancia llamativa, vanidad y exagerada auto estima del almirante victorioso en Trafalgar.

Con el estallido de la guerra, von Spee pasó a cargar una pesada mochila, y no es de extrañar que tras el comienzo de hostilidades haya escrito, “me siento la persona más sola del mundo”


Sombra del SMS Scharnhorst en el fondo marino.

 El entorno de la Batalla

En cuanto al escenario de la Batalla, Bound nos relata que la derrota infligida a los británicos por el almirante von Spee en la batalla de Coronel frente a las costas de Chile, fue la mayor victoria de la historia naval de Alemania. En tanto para los británicos fue la mayor derrota en el mar desde la guerra de 1812. En cambio la Batalla de las Falklands, un mes más tarde, fue la mayor victoria naval de Gran Bretaña desde Trafalgar. También fue la única batalla de cruceros acorazados en la historia, y la última batalla naval en que los comandantes no tuvieran que preocuparse por minas, submarinos, aviones o igualmente de misiles que se les aparecen desde el horizonte.

En Gran Bretaña tras la derrota de Coronel y una seguidilla de contratiempos, la confianza en la Marina Real se desplomó. Los británicos adoraban a la Marina y no podían creer lo que había sucedido.

El Primer Lord del Almirantazgo en la época era ni más ni menos que Winston Churchill, un hombre muy diferente de aquella figura en que se convirtió en la Segunda Guerra mundial. En 1914 era joven, ambicioso y arrogante. No tenía experiencia alguna en combates navales y en verdad su única experiencia militar había sido como un teniente muchos años antes en Sudán y Africa del Sur. Pero a la edad de 37 tenía el dedo en el gatillo del arma más destructiva que el mundo había conocido hasta entonces, la Marina Real. El cargo de Primer Lord del Almirantazgo era político, la administración profesional de la marina estaba en manos del Primer Lord del Mar y sus almirantes que sí entendían de barcos. Pero para Churchill no era suficiente y por fuerza de su personalidad y uso musculoso de palabras, a la vez que deshaciéndose de todos aquellos quienes se le oponían y reemplazándolos por consecuentes, pasó a dominar por completo la Marina Real. El resultado fue un error tras otro culminando en la gran derrota de Coronel.


El SMS Scharnhorst.

En la víspera de la batalla de Coronel, Jackie Fisher, el genio loco que solito creó la marina de los acorazados, fue llamado al Almirantazgo como Primer Lord del Mar. Quedó azorado ante lo que se había permitido sucediera en Coronel e inmediatamente envió dos cruceros acorazados y una cuadrilla menor a la caza y destrucción de la Escuadra de Asia Oriental de Alemania. La nueva Fuerza de Tareas no sólo tenía más alcance de velocidad y distancia y potencia de fuego que la escuadra de von Spee sino también de permanencia en el mar. Una vez se encontrara la flota de von Spee, era fin del partido.

Lo que hay que recordar es que Gran Bretaña era una isla que dependía para su sobrevivencia de un flujo constante de alimentos y materiales que tenían que ser transportados por barcos. Sin ellos Gran Bretaña estaría de rodillas en pocas semanas. El papel de von Spee no era en realidad combates en alta mar, sino más bien una guerra económica mediante la destrucción o el confinamiento a puerto de los barcos mercantes. En esto von Spee ya había sido por demás exitoso. Los mercantes británicos estaban embotellados en los puertos de América del Sur temerosos de salir.

Los propagandistas de ambos bandos de la época (y los comentaristas desde entonces) han resaltado mucho el hecho que no hubo sobrevivientes de los buques hundidos en Coronel o del Scharnhorst en las Falklands. En Coronel el combate fue de noche y en medio de una tormenta. En efecto, el Almirante von Spee desconocía con certeza si había hundido al buque insignia británico Good Hope y el capitán del barco que hundiera a HMS Monmouth luego escribiría que ignoraba el estado de la batalla, y todo lo que sabía era que habían más barcos británicos en algún lugar en medio de la oscuridad y que si se detenía a recoger sobrevivientes sería un blanco seguro para cualquier cosa que emergiera de la noche con torpedos volando. De todos modos cualquier lancha de salvamento que se bajara en medio de la tormenta se hubiera inundado de inmediato. En cuanto al Scharnhorst, Sturdee no podía detenerse a levantar sobrevivientes pues tuvo que correr a apuntalar a HMS Inflexible en el mano a mano con el Gneisenau. Si bien el Inflexible con su mayor potencia de fuego estaba ganando, Sturdee sabía que bastaba con un disparo con suerte de los alemanes, para invertir la marea de la batalla. Pero así no fue.