Si puede suceder en Santiago de Chile, podría suceder en cualquier lugar del mundo. Así inicia la columna de John Authers en Bloomberg, el editor senior de Mercados del reputado medio económico internacional y que previamente se desempeñó como columnista en el Financial Times por 29 años.
Así, el autor de The Fearful Rise of Markets y otros libros, continuó su escrito publicado este martes con: Ese es el incómodo mensaje que el resto del mundo debería recibir del repentino colapso del orden civil en Chile.
Los disturbios y el vandalismo de los últimos días -que han provocado un estado de emergencia, una respuesta militar e, incluso, una declaración del Presidente de Chile de que el país 'está en guerra'- llegaron a la nación más estable y próspera de América Latina, agrega Authers.
Acto seguido, expone que el país tuvo la democracia ininterrumpida más larga del continente antes del golpe de estado que instaló la dictadura de Augusto Pinochet en 1973 y que, con posterioridad, ha disfrutado de una democracia ininterrumpida desde la caída pacífica de su régimen en 1990.
Fuera del país, Chile ha sido considerado la encarnación viva de las políticas económicas instaladas por los 'Chicago Boys', un grupo de economistas, muchos de los cuales asistieron a la Universidad de Chicago para aprender sobre ideas de libre mercado. La reforma de las pensiones de Chile, en la que todos deben pagar los planes de pensiones privados supervisados por el Estado, fue utilizada como modelo por los países de toda la región, y ha permitido una acumulación constante de capital local pasivo, escribe el editor senior.
Fue así que, según lo publicado por Authers, la globalización permitió a Chile beneficiarse de sus reservas de cobre y, desde 1975 a la fecha, el país logró que su PIB per cápita superara al de Brasil, México, Argentina y Perú. En términos relativos, su éxito es innegable, afirma.
Entonces, continúa el hombre de Bloomberg, el hecho de que los chilenos se hayan rebelado contra el costo de la vida es alarmante y sugiere que una situación similar podría suceder fácilmente en el resto del mundo en desarrollo. Si Chile parece un foco de combustión poco probable, ¿por qué la explosión allí? Hay, creo, cuatro razones clave. En conjunto, ofrecen un inquietante modelo para otros posibles puntos críticos.
Las cuatro razones del estallido social en Chile, según Authers La primera es la desigualdad, enumera el experto en mercados y explica: La agenda de los Chicago Boys generó un crecimiento agregado razonablemente sólido y estable, pero Chile sigue siendo uno de los países más desiguales del mundo. Ocupa uno de los primeros lugares en desigualdad entre los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico y, según el Banco Mundial, sigue siendo más desigual que sus vecinos Argentina y Perú. A la gente le enoja mucho más el aumento del costo de vida si éste está acompañado de una sensación de injusticia.
En segundo lugar, el gatillo fue una propuesta para aumentar las tarifas del transporte público y las cuentas de electricidad. Existe una amplia evidencia en todo el mundo de que esto puede incitar a una rebelión más que cualquier otra cosa, algo que deberían tener en cuenta quienes esperan reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a través de un impuesto al carbono.
En Chile, donde la política convencional carece de un partido o una personalidad para canalizar sus quejas, los manifestantes han recurrido al vandalismo autodestructivo dijo John Authers Así, recordó que las protestas de los Chalecos Amarillos en Francia iniciaron por alzas en los impuestos a la gasolina y que en 2017 en México una serie de disturbios se registraron después de un aumento del 20% en los precios del combustible. Sin ir más lejos, también mencionó las huelgas de camioneros en Brasil durante 2018 por la subida en el valor del diésel.
En tercer lugar, Chile carece de un movimiento populista, o de un caudillo político astuto. Tal figura podría haber sido capaz de usar la ira pública para sus propios fines, pero también habría tenido una mejor oportunidad de controlarla. Por ejemplo, expone, el presidente populista de izquierda de México, Andrés Manuel López Obrador, con frecuencia dirigía protestas públicas, pero persuadió exitosamente a sus seguidores de que no recurrieran a la violencia.
Chile depende en gran medida de sus exportaciones de cobre, cuyo precio depende, a su vez, de la salud de la economía china. Debido a que el crecimiento chino está desacelerándose a una tasa de 6%, la más lenta en tres décadas, los precios del cobre están nuevamente bajo presión. Eso ha llevado directamente a una presión para el peso chileno John Authers
En Chile, donde la política convencional carece de un partido o una personalidad para canalizar sus quejas, los manifestantes han recurrido al vandalismo autodestructivo. Es decir, mientras que los carismáticos populistas latinoamericanos tienden a poner nerviosos –con justa razón– a los líderes occidentales, Chile demuestra que pueden desempeñar una función vital.
Finalmente, la dependencia de Chile de los productos básicos, en particular el cobre, hizo que sufriera graves daños colaterales por la desaceleración económica de China y la guerra comercial entre Estados Unidos y China, menciona como su cuarto y último punto.
A modo de conclusión, Authers comenta sobre este último punto que los líderes de Chile deben responder interrogantes sobre por qué no han logrado diversificar su economía para no depender solo de los metales. Pero el país está lejos de estar solo. Varios otros países emergentes están igualmente expuestos a los precios de los metales.