El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, ha recibido duras críticas de líderes europeos y grupos ambientalistas por su manejo de los incendios forestales en el Amazonas, pero en su país no son tantos los que están molestos por su tibia respuesta.
Muchos brasileños comparten su aversión a lo que consideran como una intromisión extranjera sobre cómo lograr un equilibrio entre proteger y desarrollar la selva amazónica. La vasta región es vista en el país como un activo clave, pero a nivel global se la considera un bastión contra el cambio climático.
Sin embargo, las opiniones en Brasil pueden cambiar si las sanciones comerciales o los boicots comienzan a afectar a una economía que ya está débil, dijeron políticos y analistas.
Un aumento en el número de incendios en la Amazonía ha provocado este año indignación internacional y protestas frente a las embajadas brasileñas.
Los ambientalistas afirman que la mayoría de los incendios fueron provocados ilegalmente por especuladores de tierras y ganaderos que buscan expandir sus praderas en la Amazonía, los cuales se sentirían envalentonados por las críticas de Bolsonaro a las excesivas protecciones ambientales.
Bolsonaro ha negado que la irrupción de las llamas haya sido deliberada y repetidamente ha dicho, en particular a los países europeos, que no interfieran. También amenazó con rechazar la ayuda internacional, pese a que Brasil necesita los fondos y los equipos para combatir los incendios, y se enfrentó con el presidente francés Emmanuel Macron.
Una encuesta de opinión divulgada esta semana mostró que casi el 60% de los brasileños consideran que el gobierno de Bolsonaro ha hecho un trabajo muy bueno, bueno o normal, lo que indica que aún están dispuestos a darle al presidente el beneficio de la duda, dijo Leonardo Barreto, director de la consultora Capital Politico en Brasilia.
“Irónicamente, esta crisis puede haber aumentado la popularidad de Bolsonaro debido a su nacionalismo basado en la amenaza de perder el control de la Amazonía ante los extranjeros”, dijo Welber Barral, un lobista y exsecretario de Comercio Exterior de Brasil.
Muchos brasileños, de todo el espectro político, creen que el Amazonas contiene riquezas incalculables en minerales que otros países codician, desde oro hasta niobio, un metal estratégico que se usa en los satélites.
La creencia, durante mucho tiempo una doctrina central de las fuerzas armadas de Brasil, alimenta la sospecha ante cualquier rol extranjero en la Amazonía, incluso de organizaciones no gubernamentales que trabajan para proteger el medioambiente y las tribus indígenas.
Sin embargo, Bolsonaro fue criticado por congresistas locales, incluso por algunos aliados, por tardar mucho tiempo en combatir los incendios y perder tiempo en la disputa con Macron.
“El gobierno ha retrasado la toma de decisiones importantes”, dijo a Reuters Helder Barbalho, gobernador del estado de Pará, epicentro de los incendios más intensos y miembro del centrista Movimiento Democrático Brasileño.