El atentado más sangriento que sufrió Colombia desde la firma de los acuerdos de paz con las FARC en 2016 fue perpetrado por el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Las autoridades del país atribuyeron a este grupo guerrillero el ataque con coche bomba que el jueves causó más de 20 muertos y casi 70 heridos en la academia de policía General Santander de Bogotá.
El acto terrorista cierra ahora la puerta a un proceso de paz con esta organización. Una posibilidad que se exploró en 2017 y que solo logró un cese al fuego temporal anunciado con ocasión de la visita del Papa en septiembre de ese año.
El presidente, Iván Duque, hizo un llamamiento a la unidad de los colombianos frente a la violencia, pero dejó en manos del ministro de Defensa y de la justicia la presentación de las pruebas que vinculan el atentado con el ELN.
“La Fiscalía imputará responsabilidad a los miembros del Coce [Comando Central] del ELN”, aseguró el fiscal general, Néstor Humberto Martínez. Ese grupo insurgente, el más activo en Colombia tras la desmovilización de las FARC, se sentó en 2017 a una mesa de diálogo con el anterior Gobierno de Juan Manuel Santos, aunque las negociaciones apenas registraron avances y los contactos están rotos desde hace meses.
En este contexto, el Gobierno aseguró que en el futuro “no habrá ningún espacio de diálogo”. Así lo adelantó el alto comisionado para la paz, Miguel Ceballos, a la espera de un nuevo pronunciamiento de Duque sobre las medidas concretas adoptadas. Mientras tanto, quedaron suspendidas las principales cuentas del ELN en las redes sociales. Las autoridades detallaron también que todas las víctimas de la explosión eran cadetes de la escuela “con unas edades de entre 17 y 22 años”.
El autor material del ataque a la escuela de cadetes General Santander fue José Aldemar Rojas Rodríguez. Este hombre, nacido en 1962, ingresó en la guerrilla hace 25 años. En 2003 se convirtió en un experto en explosivos e instructor. “En 2011”, explicó el titular de Defensa, Guillermo Botero. “Continuó siendo instructor de cursos de especialistas en Fortul [en el departamento de Arauca, en el límite con Venezuela] con desplazamientos desde esa época a Venezuela a enseñar a miembros del ELN que estuvieran en ese país y a otras personas el manejo de explosivos”.
De esa zona fronteriza procede el vehículo empleado en el atentado, un Nissan Patrol modelo de 1993 cargado con 80 kilos de pentolita, una mezcla de TNT y pentrita.
Rojas Rodríguez, conocido también con los alias de Mocho o Kiko, era desde 2017 uno de los jefes de la “inteligencia” del ELN, que aún cuenta con alrededor de 1.500 de combatientes y células urbanas. Intentó aprovecharse de los beneficios del proceso de paz con las FARC y, tras la firma de los acuerdos de 2016, trató de ingresar en esa organización. No obstante, fue rechazado por la estructura de la antigua guerrilla en al menos tres ocasiones.
Varios testimonios le vinculan al llamado “frente de guerra oriental” del ELN, una guerrilla que nació en 1964 al mismo tiempo que las FARC y figura en la lista de grupos terroristas de Estados Unidos y la Unión Europea. La investigación ha permitido establecer que el grupo llevaba cerca de 10 meses planeando este ataque contra la Policía.
Entre sus principales objetivos siempre se han contado las fuerzas de seguridad. El fiscal general informó también de la detención en Bogotá de otro de los responsables del ataque, Ricardo Andrés Carvajal Salgar, quien reconoció su participación en el atentado y al que se le incautaron uniformes, un teléfono móvil y un manual de combatiente en “primera fase de instrucción”