El Presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, se hizo conocido en su país por sus polémicos dichos, muchas veces calificados por sus detractores como misóginos, homofóbicos y racistas. Misma línea que, aseguran, sigue Antonio Hamilton Mourao, general retirado del Ejército que a partir del 1 de enero será el nuevo vicepresidente del país sudamericano.
Mourao, de 65 años, fue durante la campaña, por lejos, el candidato a vicepresidente con más titulares en la prensa debido a sus controvertidas declaraciones, como en las que dijo que las familias sin padre ni abuelo y solo con madre y abuela son una fábrica de elementos desajustados, que levantaron ampollas en una sociedad brasileña en las que muchas familias no cuentan con figura paterna.
Del mismo modo, al dar inicio a su polémico camino hacia la vicepresidencia, el militar en retiro, perteneciente a organizaciones masónicas, dijo en su primer acto como compañero de fórmula de Bolsonaro que el pueblo brasileño heredó la cultura de privilegios de los ibéricos, la indolencia de los indígenas y la malicia de los africanos. Una postura calificada de racista en la que el general viudo reincidió cuando, al desembarcar en el aeropuerto en el que los esperaban sus hijos y uno de sus nietos, Mourao, de raíces indígenas, dijo a la prensa sobre su nieto que es un chico bonito, mírenlo ahí: blanqueo de raza.
Del Ejército a la política Natural de Porto Alegre, la capital más meridional de Brasil, Mourao es hijo de un general y de una profesora universitaria. En septiembre, en una entrevista con Folha de S. Paulo, contó que era un hombre sereno, acostumbrado a ir a misa los domingos y aficionado a la lectura. Está casado con una mujer más joven y tiene dos hijos de su primera esposa, ya fallecida. Su carrera militar la inició en 1972, año en el que ingresó al Ejército, donde se graduó en artillería en 1975. Durante su estadía en la institución castrense, estuvo destinado en Angola y Venezuela. Además, comparte con su compañero de fórmula la nostalgia por la dictadura militar brasileña (1964-1985) que ambos defendieron.
Incluso, por su estrecha vinculación con esos años de excepción en Brasil, Mourao fue recientemente acusado por el cantante Geraldo Azevedo de haber sido uno de los militares que lo torturó en la dictadura, una afirmación que repitió el candidato izquierdista Fernando Haddad en un acto de su campaña. Sin embargo, el artista tuvo que rectificar debido a que, en un comunicado, Mourao respondió que en 1969, cuando el artista sufrió torturas, era tan sólo estudiante del Colegio Militar de Porto Alegre y tenía 16 años, y anunció medidas legales por declaración difamatoria.
Fue su defensa de la dictadura y sus dichos los que le hicieron ganar notoriedad y adentrarse en la política. En 2015, por ejemplo, criticó al Gobierno y a la clase política, lo que le costó el comando de su tropa y su transferencia a un cargo burocrático. En la misma línea, ocupó decenas de titulares en 2017 cuando en un evento organizado por una logia de la francmasonería advirtió que si las instituciones no ”solucionan el problema político (...), nosotros (los militares) tendremos que imponer eso. Tres meses después, en diciembre, afirmó que el impopular Presidente Michel Temer buscaba permanecer en el poder hasta el fin de su mandato mediante el clientelismo político. La opinión le hizo perder su nuevo cargo y en febrero de 2018, luego de 49 años en las Fuerzas Armadas, pidió el pase a retiro.
Y se fue, claramente, en su estilo: En su discurso de despedida, Mourao calificó de héroe” al coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, ex jefe del DOI-Codi, centro de detención y tortura del régimen militar. Ya entonces manifestaba su apoyo a Bolsonaro, pero descartaba presentarse para cualquier cargo público. Así y todo, se afilió en mayo al Partido Renovador Trabalhista Brasileiro (PRTB).
El polémico general fue solo la cuarta opción de Bolsonaro para acompañarlo en la fórmula, detrás del senador Magno Malta, pastor de una iglesia evangélica; la abogada Janaína Paschoal, una de las impulsoras del proceso de destitución de Dilma Rousseff; y el astronauta Marcos Pontes, único brasileño que participó en operaciones espaciales de la NASA. La decisión, finalmente, se anunció en un breve acto de campaña el 5 de agosto.
El nombre de Mourao no aportaba base electoral ni experiencia política, pero podía servir de antídoto a quien quisiera destituir a Bolsonaro, pues sería su vicepresidente quien lo reemplazaría. El vice tiene que ser alguien por quien no compense pedir un impeachment, explicó a mediados de año Eduardo Bolsonaro, uno de los hijos del ahora Presidente electo. Un criterio clave en un país donde casi la mitad de los vicepresidentes de la era republicana asumieron el poder por diversos motivos, entre ellos el actual, Temer, que se hizo con la jefatura del Estado tras la destitución de la izquierdista Dilma Rousseff en 2016.
No obstante, antes de firmar la alianza con el futuro Mandatario, su ahora segundo tuvo también declaraciones críticas para con su superior en una entrevista en la que enfatizó el radicalismo de los seguidores de Bolsonaro. Hay un cierto radicalismo en las ideas, afirmó entonces el general sobre el capitán.