Turquía anunció este lunes una serie de medidas para intentar estimular el hundimiento de su moneda, en un contexto de tensiones con Estados Unidos y de desconfianza de los mercados hacia el presidente Recep Tayyip Erdogan que denuncia un complot.
El Banco Central de Turquía indicó que aportaría toda la liquidez que necesiten los bancos, y añadió que tomaría todas las medidas necesarias para asegurar la estabilidad financiera.
Este anuncio llega después que la lira turca, que perdió este año más del 40% de su valor frente al dólar y al euro, se desplomó el viernes provocando una ola de pánico en los mercados a través del mundo. La bolsa de Tokio cerró en fuerte baja el lunes (-1,98%), afectada por la tensión llegada de Turquía desde el viernes negro para la lira, que perdió ese día un 16% de su valor frente al dólar.
En las primeras horas del lunes en Asia, la lira turca cayó a un nuevo mínimo histórico, pasando por primera vez la barrera de las siete liras por dólar, antes de borrar parte sus pérdidas inmediatamente después del anuncio del ente rector. El organismo revisó los índices de reservas obligatorias para los bancos, con el objetivo de evitar cualquier problema de liquidez, e indicó que se aportaría al sistema financiera unos 10.000 millones de liras, US$6.000 millones.
El ministro turco de Finanzas, Berat Albayrak, que además es el yerno de Recep Tayyip Erdogan, intentó calmar la situación el domingo al anunciar que Turquía desvelaría el lunes una batería de medidas con el objetivo de estabilizar la lira. Anteriormente, el presidente Erdogan multiplicó su firmeza frente a Washington, al señalar que la crisis monetaria se debía a un complot político estadounidense, y afirmó que Ankara buscaría nuevos mercados y aliados.
Las tensiones entre los dos aliados miembros de la OTAN fueron en aumento estos últimos días, con airadas declaraciones, sanciones, amenazas de represalias, y hasta el aumento de los gravámenes estadounidenses a la importación del acero y el aluminio turcos, llevándose por delante a la lira turca.
En el centro de esta batalla se encuentra el pastor estadounidense Andrew Brunson, actualmente juzgado en Turquía por terrorismo y espionaje, en arresto domiciliario desde julio tras un año y medio de detención.
Nos enfrentamos de nuevo a un complot político disimulado. Con la ayuda de Dios, lo superaremos, afirmó el domingo el jefe del Estado turco. Erdogan no parecía demasiado preocupado por la decisión del presidente estadounidense, Donald Trump, anunciada en un tuit el viernes, de duplicar los aranceles sobre el acero y el aluminio turcos.
Aunque Washington está dispuesto a sacrificar sus relaciones con Ankara, Turquía reaccionará buscando nuevos mercados, nuevas asociaciones y nuevos aliados a expensas de quien libra una guerra económica contra el mundo entero y que también incluye a nuestro país, amenazó.
Erdogan dio a entender que era el conjunto de la alianza entre Turquía -miembro de la OTAN desde 1952 con el apoyo de Washington- y Estados Unidos la que estaba en juego. Estados Unidos cuenta con una importante base en Incirlik, en el sur del país, actualmente utilizada como centro de operaciones contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI)
Turquía reprocha también a Estados Unidos el apoyo que da en Siria a las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo (YOG). Ankara ve en esta milicia una prolongación del PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán), considerado terrorista tanto por Turquía como por Estados Unidos.
Washington pide la liberación inmediata del pastor Brunson que se enfrenta a 35 años de prisión, mientras que Turquía pide la extradición de Fethullah Gülen, predicador turco establecido desde hace unos 20 años en suelo estadounidense y al que Ankara atribuye el golpe de Estado fallido de julio de 2016.