El Gobierno de Nicaragua aseguró el miércoles que el país avanza en la seguridad y la paz, y dio gracias a Dios por las victorias que, según el Ejecutivo, alcanzó en los últimos días, en los que se efectuó la Operación Limpieza en la localidad de Masaya, bastión de las revueltas populares.
La Presidencia, que consideró una victoria eliminar las barricadas levantadas por los ciudadanos masayas y el desalojo de los jóvenes activistas, señaló que en el pueblo, de histórica tradición indígena, destacó los triunfos de la paz, del amor, del espíritu y la grandeza cristiana, socialista y solidaria.
Sin embargo, el martes, día en que se llevó a cabo la Operación Limpieza, las fuerzas combinadas gubernamentales, formadas por policías, para-policías, paramilitares y antimotines, se cobraron la vida de tres personas en la localidad, entre ellas un menor de 15 años de edad.
El gobierno, que omitió esas muertes en el comunicado remitido a la prensa, señaló que trabajó por la seguridad, la paz y la vida en una voz y con un solo corazón desde que comenzaron las protestas civiles el pasado 19 de abril, fecha desde la cual más de 355 personas han fallecido en enfrentamientos con las fuerzas sandinistas.
De la mano de Dios, seguiremos avanzando en el fortalecimiento de las instituciones y en los caminos de bien común que constituyen la fortaleza de nuestra Revolución, explica la nota, que añade que la opción preferencial por los pobres se alza frente a todas las perversidades del plan terrorista y golpista.
El Ejecutivo de Daniel Ortega acusó, desde el comienzo de las revueltas populares, que los manifestantes y quienes los apoyan buscan dan un golpe de Estado y derrocar al mandatario. Para el Gobierno, las protestas contra unas fallidas reformas al seguro social fueron acompañadas de una infame y falsa campaña mediática, una minoría llena de odio que se quiso imponer en Nicaragua.
Además, agregó que la Presidencia rechazó con la fuerza inclaudicable de su historia y de su presente revolucionario el golpismo, el terrorismo, el crimen, el secuestro, la tortura, las violaciones, el secuestro, los ritos satánicos, la destrucción, el saqueo y la piromanía contra familias e instituciones.
No obstante, la población acusa al Gobierno de las muertes de más de 350 nicaragüense, de las lesiones, detenciones arbitrarias, desapariciones e incendios en casas y establecimientos, en los que, al menos, 6 personas resultaron muertas y varias decenas heridas en la jornada. Las protestas contra el gobierno de Ortega que comenzaron el pasado abril se convirtieron en un reclamo que pide la renuncia del mandatario, después de once años en el poder, con acusaciones de abuso, corrupción y nepotismo en su contra.