El presidente brasileño, Michel Temer, anunció nuevas medidas para intentar reanimar la economía del país, que aún no termina de consolidar su recuperación pese al ligero repunte que en 2017 puso fin a dos años de aguda recesión.
Temer informó que el Gobierno ha decidido liberar el acceso a unos fondos complementarios de la jubilación, que hasta ahora sólo era permitido después de los 60 años, lo cual pudiera suponer una inyección de hasta 34.000 millones de reales (unos 9.190 millones de dólares) en la economía nacional.
“Son valores preciosos” que pueden “ayudar a mejorar la vida de las personas”, declaró el mandatario al hacer el anuncio durante un acto celebrado en el Palacio presidencial de Planalto.
Temer subrayó que “son recursos de los propios trabajadores”, que así “podrán hacer una reforma en su casa, aumentar el consumo” y, de esa manera, colaborar con la reactivación de la actividad económica.
La economía brasileña creció en 2017 un 1%, después de una aguda recesión que le costó al país una caída de siete puntos porcentuales en el Producto Interno Bruto (PIB) entre 2015 y 2016.
Sin embargo, aunque los analistas y el propio Gobierno esperaban para este año un crecimiento cercano al 3%, esas previsiones se han corregido a la baja en los últimos meses y el sector privado trabaja ahora con una proyección de expansión de apenas un 1,9% en 2018.
La revisión de las previsiones ha sido atribuida a los efectos de las turbulencias en los mercados de divisas, que han causado una aguda devaluación del real, así como a la incertidumbre que existe en el país ante las elecciones de octubre próximo, en las que será elegido un nuevo presidente.
Asimismo, ha pesado el impacto de una huelga de camioneros que paralizó virtualmente al país durante once días en mayo y que, según cálculos del Gobierno, causó a la economía unas pérdidas cifradas en 15.900 millones de reales, unos 4.280 millones de dólares.