Mario Vargas Llosa reconoció que no quiere vivir en una sociedad en que las pantallas hayan “derrotado totalmente” a los libros porque está “absolutamente convencido” de que “no son capaces de dejar un efecto y una consecuencia tan profunda”
“La gran pregunta quizá sea, ¿va a sobrevivir el libro o va a desaparecer y lo van a reemplazar? La imagen, la pantalla, están enfrentadas al libro sin ninguna duda”, comentó Vargas Llosa en una rueda de prensa previa a su participación en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (Filbo).
Ante esa pregunta comentó que el hecho que las pantallas derroten “enteramente” a los libros o no dependerá de la actitud que tomen las diferentes sociedades, puesto que “no hay una ley” que lo determine de forma “irremediable”.
Sin embargo, el ganador del Nobel de Literatura en 2010 aseguró no tener nada contra las pantallas y destacó que le gusta mucho tanto el cine como la televisión, ya que es “observador entusiasta de series”.
“Me gustaría muchísimo que ambas cosas existieran, pero un libro exige del espectador un esfuerzo que la pantalla no. Ahí, uno es pasivo, recibe un baño que muchas veces se deleita y goza mientras que en el libro tenemos que participar junto con el autor para que funcione”, consideró en la presentación de su libro “La llamada de la tribu”, en la que reflexiona acerca de la evolución del pensamiento liberal.
Para ello, analiza la obra y pensamiento de siete autores: Adam Smith, Friedrich Hayek, Karl Popper, Raymond Aron, Isaiah Berlin, Jean François Revel, así como José Ortega y Gasset. Vargas Llosa también se refirió a la pos-verdad, que consideró que no son más que “mentiras disfrazadas de verdades que hoy día pueden circular e implantarse y producir efectos en la sociedad”.
“Efectos terriblemente negativos”, aseguró el escritor, que consideró que han dado alas a la demagogia y las doctrinas más dogmáticas. “Lo hemos visto en fenómenos como el brexit o el triunfo de (Donald) Trump en las elecciones norteamericanas y a muchísimas aberraciones como es el resurgimiento de los nacionalismos”, subrayó.
Para él, el nacionalismo es “una profunda aberración de la historia que solo ha traído catástrofes”. Sin mencionar ningún caso concreto, aseguró que son “realidades de nuestro tiempo” que hay que “enfrentar con imaginación pero sabiendo que somos libres de elegir también en ese campo”, por lo que lo que ocurra será responsabilidad de los ciudadanos.
Al referirse a su evolución de un pensamiento comunista a uno liberal, que en buena medida es el punto de partida de su libro, explicó que cuando nació América Latina era un paraíso de dictaduras y él mismo creció en una. “Vivíamos en la mentira, frente a eso un joven latinoamericano con una cierta sensibilidad, que había descubierto el problema social, la existencia de muchísimos pobres y muy pocos ricos, era muy difícil que no fuera de izquierda y que no fuera marxista”, sostuvo el ganador del Nobel.
Para ellos, el comunismo “era la antípoda del horror” que vivían y lo asociaban “a la idea de una sociedad donde todos los problemas materiales habían sido resueltos”. Preguntado acerca del fenómeno del “Boom latinoamericano”, comentó que “lo más importante es que ha quedado el reconocimiento que mereció” la literatura del continente que antes no existía.
Antes, la circulación que habían tenido las obras con el sello de autores latinoamericanos “había sido muy pequeña” y a partir del Boom “se habla del camino hacia otras puertas de la literatura latinoamericana”, lo que considera que ha dejado una huella muy positiva para las nuevas generaciones. Vargas Llosa participará en un coloquio el próximo lunes en la Filbo junto a Juan Esteban Constaín en el que dialogarán acerca del placer de leer.