por Nicholas Tozer
BUENOS AIRES - La visita de más de doscientos familiares argentinos al cementerio militar en Darwin a principios de esta semana, sin duda, marca un nuevo hito en la frecuentemente problemática relación entre Argentina y Gran Bretaña con respecto a la disputa por las Islas Falkland / Malvinas.
Sin embargo, en esta oportunidad, tanto Argentina por un lado como Gran Bretaña y los isleños por el otro, pueden con razón, sentirse orgullosos por lo que claramente es un triunfo de la dignidad humanitaria por sobre todas las otras consideraciones políticas.
Al caminar por el Ministerio de Defensa en Buenos Aires con el hombre que hizo que todo esto fuera posible - el coronel retirado del Ejército británico Geoffrey Cardozo - fue fácil ver la calidez y afecto con los que fue recibido por militares argentinos de todas las jerarquías, veteranos de la guerra de 1982, empleados civiles y otros transeúntes.
Todos se acuerdan que el ya retirado oficial británico es en gran parte responsable por la labor realizada en 1982 en la recolección, identificación cuando ello fue posible y posterior entierro de los argentinos caídos durante el conflicto.
La gente se detuvo a agradecerle su esmero para ayudar a identificar a los muertos y dejar un testimonio de su identidad, una horrorosa empresa que treinta cinco años después ha demostrado ser esencial en la identificación de 90 de los 121 soldados previamente no identificados, sepultado en el Cementerio Militar Argentino en Darwin.
Cardozo fue acompañado durante su visita al Ministerio de Defensa para una entrevista radial en la emisora de las fuerzas armadas por el general retirado Sergio Fernández, un veterano de guerra argentino condecorado, que ahora encabeza AVEGUEMA, la Asociación de Veteranos de Guerra de Malvinas.
Bajo la conducción de Fernández, AVEGUEMA fue una de las tantas organizaciones que aportaron un trabajo esencial de investigación y conocimientos técnicos acerca de los argentinos caídos en la guerra, lo cual resultó ser crucial para la identificación de los combatientes sepultados como soldado argentino conocido sólo por Dios en el cementerio militar.
Tal como lo refleja la cobertura de los medios sobre la visita del pasado lunes, las familias que finalmente fueron capaces de saber dónde están enterrados sus seres queridos, están muy agradecidas por el trabajo realizado y para la forma en que las diferentes partes se unieron para posibilitar este triunfo humanitario.
Ver a Geoffrey Cardozo y Sergio Fernández juntos transmite un mensaje de esperanza revitalizador en estos tiempos.
Dos soldados profesionales de países que estaban en guerra en 1982, trabajan hoy juntos para reparar una de las consecuencias sin resolver de una guerra que nunca debió suceder pero sucedió. Hoy el cementerio de Darwin es tanto un trágico recordatorio de una guerra y el símbolo de lo que se puede lograr cuando la gente está dispuesta a poner el compromiso por sobre el conflicto.
Detrás de Cardozo y Fernández hay, sin duda, numerosas personas e instituciones que contribuyeron al éxito de esta empresa. Algunos son argentinos, otros británicos e isleños y es a partir de las contribuciones hechas por todos que se forjó un resultado tan digno.
A pesar de su apellido portugués, Geoffrey Cardozo proviene de una distinguida familia de militares británicos. Tanto su padre como uno de sus abuelos fueron prestigiosos oficiales del ejército durante la primera y segunda guerras mundiales.
En 1982 el entonces capitán Geoffrey Charles Cardozo, de la guardia blindada de los Dragones Reales 4/7 de Caballería era un oficial de 32 años del ejército, que trabajaba en logística en el Ministerio de Defensa en Londres.
Dada su fluidez con el español, fue enviado a las islas Falkland/Malvinas para ayudar a cuidar y mantener la disciplina de los hombres que habían sobrevivido a la guerra.
Cuando los ingenieros de limpieza de los campos de batalla le notificaron del descubrimiento de los cuerpos de los argentinos, se le encomendó su recuperación e identificación de ellos, de modo que pudieran ser sepultados de manera digna.
Fueron enterrados en una parcela cerca de Darwin Hill donada por un isleño, lo que ahora es el cementerio militar argentino.
Treinta y cinco años más tarde el minucioso trabajo de Cardozo y su equipo fue crucial para identificar a 90 de los 121 soldados previamente no identificados.
En 1982 Sergio Fernández era un joven teniente de la compañía comando de ejército 601, la cual comando empresa que, mientras estuvo basada en Puerto Howard, derribó con un misil un Harrier de la RAF pilotado por el teniente Jeff Glover.
Posteriormente estuvo a cargo del entierro del capitán británico Gavin Hamilton, caído en un enfrentamiento con fuerzas especiales argentinas.
Tras la guerra, siguió una distinguida carrera militar hasta alcanzar el grado de general con el que se retiró ara convertirse en titular de AVEGUEMA y probablemente en el principal experto argentino sobre la guerra de 1982.
Mucho se ha logrado en materia de identificación de muertos argentinos en la guerra, pero mucho hay todavía por resolver.
Hay todavía varias de efectivos de quienesno se ha dado cuenta aún y se necesitará un trabajo adicional para obtener tantas respuestas como sea posible.
Es de esperar que este nuevo espíritu de colaboración que ha producido resultados mutuamente aceptables para todos los involucrados pueda continuar, pero no sólo para estos menesteres ciertamente valorables, sino que sirva además como el plan de acción para la resolución de otros aspectos de esta saga interminable.
Los equipos profesionales han tenido éxito en su trabajo colaborativo y se han forjado valiosos lazos. Es de esperar que puedan seguir proporcionando tan valiosos servicios.
Mientras vemos qué sucede, si es que sucede algo, la gente en Argentina, Gran Bretaña y las islas Falkland/Malvinas tiene una oportunidad única para decir gracias por su servicio a hombres como Geoffrey Cardozo y Sergio Fernández y a través de ellos a los otros muchos hombres y mujeres, civiles y militares, de los gobiernos o de las ONG, de diferentes nacionalidades y credos, que conjuntamente han hecho que esto sea posible.
Por último, cabe recordar que la Argentina, Gran Bretaña y las islas Falkland todavía tienen fanáticos y extremistas que ven los acontecimientos de la semana pasada como inaceptables.
El desafío será demostrar que el progreso mutuamente aceptable en base a un consenso se impone sobre las intolerantes efusiones de unos pocos.
El tiempo lo dirá.