Autoridades argentinas e israelíes participaron este viernes en el acto de recuerdo a las 29 víctimas mortales que dejó el atentado terrorista perpetrado contra la Embajada de Israel en 1992, en Buenos Aires.
Por primera vez en 18 años, cuando se comenzó a realizar este evento, el homenaje tuvo lugar en la que durante la última dictadura argentina (1976-1983) fue la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA), recordada por ser uno de los principales centros clandestinos donde se realizaban detenciones, torturas y exterminios.
Ahora, el centro permanece abierto como un museo para conmemorar las causas afectadas por los crímenes cometidos contra los derechos humanos y otros episodios de la historia argentina, como la Guerra de las Malvinas y el recordatorio de los fallecidos en ella.
“Estoy muy honrado que sea en este lugar, que trabaja por la memoria. Lo que nos pasó nos pasó a nosotros: el atentado, la impunidad, el cajonear una causa y el instalar pruebas falsas”, dijo el secretario de Derechos Humanos de la nación, Claudio Avruj.
Reconoció que todos esos factores fueron conducidos por argentinos y, por ello, ahora su “compromiso es con la vida, con los familiares y supervivientes” y “contra el terrorismo”. Para el secretario, las características del evento marcan un “cambio de paradigma” en el tratamiento del suceso desde el ámbito de los derechos humanos y constituyen un “hito” en la historia de las relaciones entre Argentina e Israel, con quien “siente que hay que tener una relación estratégica”.
A la intervención de Avruj siguieron las de otros representantes de los Gobiernos de ambos países -hablaron también la vicepresidenta Gabriela Michetti, y el embajador de Israel en Argentina, Ilán Sztulman-, y la de Maximiliano Angeli, hijo de uno de los fallecidos a causa de la bomba puesta en la embajada.
Michetti definió la “relación virtuosa” entre la comunidad judía y el resto de población argentina como la que quieren “cuidar” y señaló la necesidad de seguir “construyendo lazos” a través del “diálogo internacional” para mantener las “causas” que los unen.
“Sigamos manteniendo los valores que nos unen desde hace casi 150 años, así nadie podrá dudar que nuestro objetivo fue, es y seguirá siendo el mismo: el compromiso por el bien común y la paz”, remarcó al respecto. En esta línea se manifestó Sztulman, que apostó por recrear los “lazos entre naciones y la educación en valores humanos que reconozcan que el terrorismo es una amenaza global” y valoró que, a pesar de ser una “misión difícil”, Argentina lo consigue hacer al “preservar las huellas de tiempos difíciles”.
Frente a los discursos unitarios de las autoridades presentes, Angeli, el único familiar que habló durante el acto, solo deseó que ”algún día“ puedan tener una respuesta acerca de la responsabilidad del atentado, porque por el momento solo han obtenido ”páginas en blanco“ de la Justicia.
”Que el tiempo nos ayude a mantenerlos presentes”, apostilló sobre el ataque, que más de un cuarto de siglo después sigue impune.
En esta conmemoración, especial por ser la primera que se realiza en estas condiciones, se incluyó una muestra fotográfica titulada Solidaridad es memoria que recrea los disturbios generados aquel 17 de marzo de 1992, cuando explotó una bomba frente a la Embajada israelí, dejando 29 fallecidos y cientos de heridos.
También muestra las marchas protagonizadas por centenares de personas que salieron a la calle para denunciar la ofensiva. Este atentado, además, se relaciona con el que se produjo dos años después contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), que causó la muerte de 85 personas y más de 300 heridos, y que se convirtió en el mayor ataque sufrido por la comunidad judía desde el período de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).