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Polémica por abusos sexuales de la Iglesia empañaron visita de Francisco en Chile

Sábado, 20 de enero de 2018 - 11:23 UTC
La polémica se centra en el obispo de Osorno, Juan Barros, que según las víctimas de los abusos del sacerdote Fernando Karadima fue encubridor, pues sabía todo La polémica se centra en el obispo de Osorno, Juan Barros, que según las víctimas de los abusos del sacerdote Fernando Karadima fue encubridor, pues sabía todo
Barros fue secretario de Karadima durante años, y algunas víctimas como Juan Carlos Cruz aseguran que él vio cómo los tocaba o los forzaba para besarlo. Barros fue secretario de Karadima durante años, y algunas víctimas como Juan Carlos Cruz aseguran que él vio cómo los tocaba o los forzaba para besarlo.

La sombra de los abusos sexuales de la Iglesia Católica chilena ha opacado el viaje del Papa Francisco a este país durante los tres días, hasta el último minuto. La polémica no se apagaba, pero fue el propio Pontífice el que la recalentó en el último paso de su viaje, Iquique, en el Norte Grande, cerca de la frontera con Bolivia.

 Francisco paseaba antes de subirse al Papamóvil y un periodista de la radio Bío Bío le preguntó por la polémica que ha generado la presencia en todos los actos, también en Iquique, del obispo de Osorno, Juan Barros, que según las víctimas de los abusos del sacerdote Fernando Karadima fue un encubridor, porque sabía todo y nunca dijo nada.

Barros fue secretario de Karadima durante años, y algunas víctimas como Juan Carlos Cruz aseguran que él vio cómo los tocaba o los forzaba para besarlo. Barros lo niega todo y asegura contar con el apoyo del Papa. Y Francisco lo dejó clarísimo. Con cara muy seria, indignado con la polémica que ha arruinado al menos mediáticamente su viaje, aseguró ante los periodistas: “El día que me traigan una prueba contra el obispo Barros, ahí voy a hablar. No hay una sola prueba en contra. Es todo calumnia. ¿Está claro?”

Le contestó rápidamente Juan Carlos Cruz, que insiste en que Barros vio durante años cómo abusaban de él. “Como si uno hubiese podido sacarse una selfie o una foto mientras Karadima me abusaba a mí y a otros con Juan Barros parado al lado viéndolo todo”, clamó ante la exigencia de pruebas.

“Estas personas desde arriba está locos y @pontifex habla de reparación de las víctimas. Seguimos igual y su perdón sigue siendo vacío”, dijo en sus redes sociales.

Cruz, que hoy es un alto ejecutivo de una multinacional y vive en EE.UU. -todas las víctimas eran de familias conocidas y con buena formación educacional- insistió con su batalla en Twitter en varios idiomas a todos los que ponían en duda su versión.

Otra de las víctimas, José Andrés Murillo, que se ha unido a Cruz y ha creado una fundación de protección a los niños, también contestó indignado: “Esto ya se puso personal… Francisco, date cuenta de que nuestra lucha es contra el abuso… Benedicto, te necesitamos ahora”, ironizó.

Poco antes de este apoyo explícito que el Papa quiso que vieran todos, el propio obispo Barros, que viajó a las misas en el mismo avión que la prensa chilena, había explicado que el Papa le había trasladado su apoyo en privado. Pero esta decisión del Pontífice de hacerlo en público le da una dimensión mucho mayor. Es el único momento en que Francisco ha dicho unas palabras a la prensa en todo el viaje. No fue algo organizado, sino espontáneo, pero él quiso dejar clara su postura a favor de Barros. Después, delante de todas las cámaras, se despidió de Barros con un gran abrazo y un beso.

“El Santo Padre fue muy cariñoso al final de la misa dándome ánimo y cariño, fueron palabras de apoyo. El Santo Padre ha sido siempre muy cariñoso y muy apoyador conmigo”, había dicho Barros a un grupo de periodistas poco antes del respaldo sin fisuras del Papa que confirmó sus palabras.

Esta polémica final oscurece el mensaje que el primer día quiso dar Francisco sobre la “vergüenza” que sentía por los abusos, que han destrozado la imagen de la iglesia chilena y han debilitado su presencia, hasta el punto de que los dos actos principales fuera de Santiago, en Temuco y en Iquique, han mostrado con claridad esos problemas de convocatoria porque llegó mucha menos gente de la prevista y eran muy visibles las enormes zonas vacías con pantallas gigantes preparadas para unos fieles que nunca llegaron de forma tan masiva como había previsto la organización, algo nada usual en los viajes de un Papa que en otros países es una estrella indiscutible que revienta todos los lugares a los que llega.

Categorías: Política, América Latina, Chile.