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Polémica entre EE.UU. y Europa por los pollos clorados

Miércoles, 2 de agosto de 2017 - 21:04 UTC
La Unión Europea considera que el uso de esta técnica de inmersión hace que no se implementen otras medidas de higiene necesarias en las granjas y mataderos. La Unión Europea considera que el uso de esta técnica de inmersión hace que no se implementen otras medidas de higiene necesarias en las granjas y mataderos.

La importación de pollo clorado está prohibida en la Unión Europea, sin embargo sí se consume en Estados Unidos, que es además uno de los grandes exportadores mundiales de carne avícola. Hace años que la técnica de cloración del pollo causa polémica a ambos lados del Atlántico cuando los dos gigantes se sientan a hablar de tratados comerciales.

 Ambas partes justifican su uso o prohibición con el mismo argumento: proteger la salud de los consumidores. ¿Pero por qué genera tanta polémica? La técnica consiste en bañar al pollo después de su muerte en una solución antimicrobiana de agua clorada para matar bacterias y otros patógenos que causan enfermedades, como la Salmonella y la Campylobacter.

Las autoridades de Estados Unidos creen que esa solución es inofensiva para el consumo humano. Pero la Unión Europea considera que el uso de esta técnica de inmersión hace que no se implementen otras medidas de higiene necesarias en las granjas y mataderos.

Las soluciones antimicrobianas que se utilizan en la producción de pollo en Estados Unidos están aprobadas por el departamento de Agricultura y la Agencia para la Alimentación y los Medicamentos (FDA) de ese país, que las consideran seguras para el consumo y eficaces para matar o inhibir el crecimiento de bacterias.

El cloro se usa en niveles específicos de concentración considerados inofensivos y aprobados por el departamento de Agricultura. El Consejo Nacional del Pollo de Estados Unidos (NCN) cita varios estudios científicos estadounidenses que confirman que el uso de agua clorada no supone ninguna amenaza para la salud pública, sino al contrario, que la protege.

Añade además que si estas sustancias diluidas están presentes en el producto final es en una cantidad tan insignificante que no afecta al aspecto ni al sabor de la carne. El uso de esta técnica no ha afectado a las ventas de pollo estadounidense a otros países, ya que EE.UU. es, junto a Brasil, uno de los exportadores líderes mundiales, según el NCN.

La visión que tiene la Unión Europea es que es mejor prevenir que curar. Consideran que las intervenciones químicas al final de la cadena de producción -y el clorado de pollo es sólo una de varias técnicas utilizadas-, son una manera de compensar una carencia de higiene adecuada en todas las etapas previas de producción.

Para hacer la cloración los productores sólo tienen que darle a los pollos muertos un baño en agua clorada, un proceso mucho más barato que el uso sistémico de medidas de higiene durante toda la vida y muerte de las aves.

Un estudio de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria sugiere que los beneficios para la salud pública al controlar los patógenos en la producción primaria del pollo son mayores que los de hacerlo al final de esa cadena. Puntualizan además que “las bacterias también pueden pasar de las granjas a los seres humanos por otras vías adicionales a la carne de pollo”.