A escasos días de que elijan a su nuevo presidente, un tema ha dominado la atención de los ecuatorianos en las últimas semanas: la corrupción y los posibles vínculos de quién es y podría continuar como su vicepresidente.
Jorge Glas, quien aspira a mantener su posición como segundo del gobierno de la mano de Lenin Moreno, fue señalado la semana pasada porque presuntamente avaló una trama de corrupción en torno a los contratos para renovar las instalaciones de Esmeraldas, principal refinería del país.
Glas y las autoridades han negado cualquier irregularidad y han dicho que todo es parte de una estrategia para ensuciar su campaña, que encabeza los comicios del 19 de febrero, pero para algunos eso podría dañar la ventaja del oficialismo.
El nombre de Glas quedó en el centro de la tormenta cuando Carlos Pareja, exministro de Energía bajo investigación por el supuesto cobro de sobornos en torno a la licitación de obras de Esmeraldas, dijo que el vicepresidente no sólo sabía, sino que aprobó que se realizara la operación.
Pareja es buscado por la justicia y se cree que está en Estados Unidos, aunque las autoridades no le han dado validez a sus dichos sobre Glas.
El candidato que lidera —Lenín Moreno— y el presidente Rafael Correa han dicho que sólo se busca ensuciar la imagen de Glas. El mismo Correa, quien está en el poder desde 2006 y ya no puede reelegirse, dijo que anticipaba nuevas acusaciones contra el vicepresidente e incluso dijo que podrían venir de su hermano Fabricio, con quien no lleva una buena relación.
Según el presidente, su hermano estaría por decir que su primera campaña presidencial había sido financiada en parte por la constructora brasileña Odebrecht, acusada de hacer pagos ilegales a funcionarios en más de una decena de países para obtener contratos de obras públicas.
Correa dice que su hermano lo odia y nunca superó que yo sea presidente. Fabricio Correa no ha dado ninguna declaración al respecto, pero los comentarios del presidente han mantenido la atención en la corrupción como el tema preponderante.
La campaña electoral termina el jueves y son ocho los postulantes que buscan suceder a Correa. Moreno —que forma el binomio con Glas— lidera todas las encuestas con entre 28 y 32% de intención de voto seguido por el banquero de derecha Guillermo Lasso, con un 22%, y la derechista Cynthia Viteri, con 14%. En cuarto lugar se ubica el exalcalde de Quito, Paco Moncayo, con 8% y otros cuatro candidatos relegados a las últimas posiciones.
Y aunque se mantiene a la cabeza, la popularidad de Moreno ha bajado de 48% a 30% en los últimos tres meses.
En los últimos mítines de campaña, los candidatos se han referido incesantemente al tema. Moreno dijo que tendrá cero tolerancia a la corrupción y que en un eventual gobierno suyo habrá cero impunidad, mientras que Lasso señaló que una de las misiones fundamentales de su administración será investigar la corrupción para evitar la impunidad de los responsables.
La mayoría de los ecuatorianos considera que Ecuador va por mal camino y poco más de la mitad desaprueba el mandato de Correa, según encuestas recientes.
Las elecciones ocurren en un momento en que el país atraviesa por dificultades económicas: Ecuador tiene un endeudamiento de cerca de 40.000 millones de dólares —equivalente al 40% de su Producto Interno Bruto— y un permanente proceso de iliquidez fiscal desde 2014, cuando las arcas se nutrían gracias a los altos precios del petróleo.