Miles de personas, entre familiares, amigos, dirigentes y simpatizantes, participaron del velorio de la esposa del ex presidente Lula da Silva, Marisa Leticia Rocco, fallecida a los 66 años como consecuencia de un derrame cerebral. Su cuerpo fue cremado luego en un cementerio de São Bernardo do Campo, localidad paulista donde el Partido de los Trabajadores (PT) tiene sus raíces.
Arrinconado por varias denuncias de corrupción que también implicaban a su mujer, Lula usó parte de su emotivo discurso durante la ceremonia fúnebre pública para condenar a sus acusadores de la llamada Operación Lava Jato, que lleva adelante las investigaciones sobre el esquema de sobornos que imperó en la estatal Petrobras.
Marisa murió triste por la canallada, la imbecilidad y la maldad que hicieron con ella. Tengo 71 años y voy a vivir mucho tiempo porque quiero probar que los facinerosos que dijeron liviandades contra Marisa tengan un día la humildad de pedirle disculpas, dijo el ex presidente (2003-2010), que junto a su esposa había sido denunciado el año pasado de recibir ventajas indebidas (un departamento y una chacra) de constructoras que involucradas en la red de corrupción de Petrobras, presuntamente a cambio de su influencia política en la compañía petrolera estatal.
La ex primera dama había sufrido un accidente cerebro vascular tres semanas atrás y permanecía en coma inducido en un hospital en San Pablo, hasta que el miércoles último tuvo una nueva hemorragia cerebral que causó su muerte.
Figuras de todo el espectro político brasileño visitaron a Lula en el hospital, incluso el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, su tradicional rival del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), y el mandatario Michel Temer, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB).
La noche del jueves, Temer fue recibido en el lugar por petistas que lo acusaron de asesino y golpista por impulsar el juicio político a Dilma Rousseff, ahijada política de Lula. Ayer Temer decretó tres días de luto oficial por la muerte de la ex primera dama.
Dilma fue una de las personalidades que fue al velorio en el Sindicato de Metalúrgicos de la región, así como muchos ex ministros de las dos administraciones del PT y el presidente del partido, Rui Falcão.
Lula afirmó que no tiene miedo de ir preso por las acusaciones en su contra. Tengo la conciencia tranquila . No soy yo quien tiene que probar que soy inocente. Ellos necesitan probar que las mentiras que están contando son verdad. Querida compañera, Marisa, descansa en paz porque tu «Lulinha paz y amor» va a continuar luchando, subrayó al despedir los restos de su mujer.