El presidente brasileño, Michel Temer, expresó su “repudio” frente al “vandalismo, la destrucción y la violencia” de grupos de manifestantes que protestaron este martes contra su Gobierno en Brasilia y, en especial, frente a la sede del Congreso.
”La intolerancia no es una forma de expresión democrática y no puede ser un instrumento para presionar al Congreso”, señaló Temer en un comunicado, en el que aseguró que el Gobierno “está siempre abierto al diálogo y defiende el derecho a las reivindicaciones”.
La manifestación fue convocada por movimientos estudiantiles y algunos sindicatos contra el duro ajuste fiscal que ha propuesto el Gobierno de Temer, y también contra unas maniobras parlamentarias que pretendían suavizar un proyecto de ley de nuevas medidas contra la corrupción, que iba a votación hoy mismo.
Según la policía, la protesta reunió a cerca de 10.000 personas y comenzó en forma pacífica, pero degeneró en actos violentos cuando grupos de manifestantes intentaron ingresar al Congreso, donde el Senado también votaba una de las medidas del ajuste impulsado por el Gobierno.
Temer aludió a algunos ataques contra periodistas y autos de medios de comunicación ocurridos durante la protesta, condenó las agresiones y aseguró que “así como la Constitución defiende la libertad de manifestación, también protege la libertad de prensa”.
La policía dispersó a los revoltosos con gases lacrimógenos, pero los grupos más violentos se reagruparon, lo que generó una correría por la Explanada de los Ministerios, céntrica avenida de Brasilia en que se ubican los edificios del poder público.
Los manifestantes llegaron a levantar algunas barricadas en esa avenida, que en algunos puntos llegó a estar bajo el denso humo de las bombas usadas por las autoridades, y fueron perseguidos incluso por agentes a caballo.
Según las autoridades, en los incidentes al menos dos automóviles fueron volcados, otros tres resultaron incendiados por causas aún no establecidas y tres de los manifestantes fueron detenidos.