El gobierno japonés aprobó el martes un nuevo paquete para dinamizar la economía, confrontada a la valoración del yen y los impactos del Brexit, e incentivar la natalidad en un país en vías de envejecimiento. El primer ministro Shinzo Abe había anunciado la semana pasada un programa de 28 billones de yenes (US$273.000 millones), sin dar mayores precisiones.
Los inversionistas se mostraban sin embargo escépticos sobre la eficacia de este último plan, de los más de veinte lanzados en las últimas décadas para tratar de sacar de su letargo a la tercera economía mundial.
Según la OCDE, el archipiélago, con un endeudamiento equivalente al 250% de su PIB, pasará de un exiguo crecimiento económico de 0,6% en 2015 a 0,7% en 2016, que volverá a ralentizarse a 0,4% en 2017.
El plan anunciado el martes en sus grandes lineamientos destinan 6 billones de yenes a créditos a bajo interés y 7,5 billones a proyectos impulsados por las autoridades nacionales o locales. El desglose preciso de los proyectos no fue divulgado, en espera de que el Parlamento apruebe el mes próximo el paquete.
El plan era esperado con impaciencia por los inversionistas, que el viernes pasado vieron frustradas sus expectativas de que el Banco de Japón procediera a medidas importantes de estímulo monetario.
Otro apartado, según los medios, prevé acudir en ayuda de las pequeñas empresas que puedan verse afectadas por la decisión británica de abandonar la UE.
Unas mil grandes y pequeñas compañías niponas tienen negocios con el reino Unido y muchas instalaron en Londres sus centros de operaciones en Europa.
El referéndum en el cual los británicos se pronunciaron a favor del Brexit, el 23 de junio, provocó una devaluación de la libra esterlina y una valoración consecuente de divisas consideradas como valores refugio, como el yen. Un fenómeno que tiene efectos inmediatos en la economía japonesa, dado que provoca un aumento del precio de sus exportaciones.
Otro renglón prevé respaldar a personas de bajos ingresos y a víctimas de los terremotos, con fondos para las zonas del sur del país, como los que en abril mataron a 49 personas y provocaron numerosos daños materiales. Otros fondos se destinarán a zonas siniestradas por el tsunami y el desastre de la central de Fukushima en 2011.
La prensa afirma igualmente que miles de millones de yenes se destinarán a obras de infraestructura, entre ellas la línea ferroviaria Maglev de sustentación electromagnética entre Tokio y Nagoya (290 kilómetros), que podrá alcanzar una velocidad de 600 km por hora.
También habrá dinero para guarderías y para asilos de ancianos, en un país confrontado a bajos índices de natalidad y al envejecimiento rápido de la población.
El plan de estímulo se da tres años después de la llegada de Abe al poder, con una estrategia apodada abenomics basada en tres pilares -fiscal, monetario y estructural- para reanimar a la economía.
El nuevo plan despierta sin embargo poco entusiasmo. Podemos esperar cierto impulso, pero lo que Japón necesita es más demanda y un aumento de la productividad a través de la desregulación, sostuvo Masaki Kuwahara, economista de Nomura Securities.
Los analistas de Mizuho Securities también estiman que el plan no tiene nada innovador y recuerdan que desde el estallido de la burbuja financiera en 1990, ya hubo unos 26 planes de reactivación sin mayores efectos en el crecimiento.