El nuevo canciller brasileño José Serra reiteró que su país busca “flexibilizar” el Mercosur a fin de que cada uno de los miembros pueda negociar acuerdos de libre comercio con terceros países y bloques regionales. Brasil se siente limitado en sus negociaciones comerciales por cláusulas del Mercosur que obligan a decisiones por consenso y de complicado trámite burocrático.
El lunes pasado José Serra concretó en Buenos Aires su primer viaje de trabajo como canciller de Brasil, ocasión en la que se reunió con el presidente argentino Mauricio Macri, con su homóloga Susana Malcorra y con el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay.
El ministro del gobierno de Michel Temer, interino hasta que se resuelva el juicio político en curso en el Congreso a la mandataria suspendida Dilma Rousseff, presentó en la capital argentina una serie de propuestas, entre las que se destaca “flexibilizar” el Mercosur a fin de que cada uno de los países miembros pueda negociar acuerdos de libre comercio con terceros países y bloques.
La Decisión Nº 32/2000 del Consejo Mercado Común (CMC) obliga a los estados parte del Mercosur “a negociar en forma conjunta acuerdos comerciales con terceros países o agrupaciones de países extrazona, en los cuales se otorguen preferencias arancelarias”.
Esta decisión es vista por la poderosa industria de São Paulo, FIESP como una camisa de fuerza, porque “impide al Brasil negociar individualmente acuerdos de libre comercio”. El gobierno interino de Temer está estrechamente ligado a la FIESP, que intenta abrir el abanico de oportunidades con los principales países y bloques comerciales del mundo, Estados Unidos, China, Europa, Japón y organizaciones regionales como la Alianza del Pacífico (Chile, Perú, Colombia, México).
Serra manifestó que el Mercosur es un acuerdo aduanero, que terminó convirtiéndose en un obstáculo para los acuerdos comerciales bilaterales. El jefe de Itamaraty (Cancillería brasileña) se mostró a favor de “profundizar en las condiciones de la zona de libre comercio” para “permitir” acuerdos con otras regiones, ya que según su visión el multilateralismo sucumbió.
La FIESP desencantada con la política económica de Rousseff, y sus asociaciones comerciales, más ideológicas que prácticas a los intereses de Brasil, apoyó y financió abiertamente las protestas contra el régimen de Lula y Dilma.
Si bien Uruguay y Paraguay siempre se mostraron abiertos a negociar con mayor flexibilidad con terceros países, la Argentina de los Kirchner se oponía fuertemente argumentado la defensa del mercado nacional y de la mano de obra argentina. Con la llegada de Mauricio Macri el giro ha sido de 180 grados. Pero las cancillerías de Uruguay y Paraguay también temen que Brasil está embarcado en una política de flexibilización total, con apoyo de Argentina si acompaña, y sin mayor consideración para los miembros menores de Mercosur.