El vicepresidente de Brasil, Michel Temer, político de raza y que ha demostrado paciencia para cumplir sus ambiciones, ya diseñó su plan de gobierno para suceder a la presidenta Dilma Rousseff quien seguramente esta semana será removida del Planalto por un primer período de 180 días.
El plan llamado “Un puente para el futuro”, parte del cual revelara a fines del 2015, adelanta que aplicará un riguroso ajuste fiscal y girará hacia un manejo más ortodoxo y liberal de la economía.
El eje del eventual gobierno de Temer será sacar a Brasil de la crisis. Prevé aplicar rápidamente una batería de medidas como bajar el déficit, que trepó al 10% del PBI en 2015. Con ese objetivo, reducirá la cantidad de ministerios, que pasarían de 31 a 25. Ese proyecto choca, sin embargo, con la política de alianzas y compromisos que tejió para motorizar el juicio político a su compañera de fórmula, erosionando la cantidad de cargos para repartir a partidos como el PSDB de Aécio Neves.
“Las modernas economías de mercado necesitan de un Estado moderno y activo. La cuestión central es que el Estado funcione, cualquiera sea su tamaño... La solución del desajuste fiscal será muy dura para el conjunto de la población y tendrá que contener medidas de emergencia”, sostiene el documento programático de Temer, elaborado por el PMDB y por la Fundación Ulysses Guimaraes.
Desde el Partido de los Trabajadores (PT) advirtieron que el ajuste fiscal incluirá recortes en los programas sociales que ideó Lula y continuó Dilma: Bolsa Familia y Mi casa, mi vida. Desde su cuenta de la red social Twitter, el vicepresidente negó esa versión: “Falso. Es una mentira rastrera. Mantendré todos los programas sociales”. Según el diario O Globo, nombraría al diputado Osmar Terra, del PMDB, como ministro de Desarrollo Social, encargado de los emblemáticos planes. El partido insinuó que evalúa aumentar el Bolsa Familia el 5% a los beneficiarios más pobres.
La iniciativa del actual vice también contempla una reforma presupuestaria que evite el endeudamiento y el déficit, y una previsional que fije la edad mínima de jubilación en 65 años para los hombres y 60 para las mujeres.
Además, Temer plantea obtener un superávit primario, contener el aumento de la deuda pública –que alcanza al 67% del PBI– y disminuir la inflación, que en los últimos doce meses llegó al 9,28%.
“Nuestro propósito es crear las condiciones para el crecimiento sostenible de la economía brasileña, a una tasa media de no menos del 3,5% al 4% por año a lo largo de la próxima década”, explicita el documento, que da por sentado que la presidencia de Temer será más prolongada de lo que sugiere el actual mandato o por lo menos, sentará las bases para el desarrollo del país en los próximos diez años.
Para que estas recetas económicas sean aplicadas, falta aún el voto del pleno del Senado que podría suspender a la mandataria esta semana.