Mauricio Macri asumió la Presidencia de Argentina en un traspaso de mando atípico, marcado por la ausencia de su antecesora, Cristina Fernández, y con un llamado a la unidad de los argentinos para dejar de lado la confrontación y aprender “el arte del acuerdo”.
“Gracias por acompañarnos. Tenemos que seguir juntos, esta Argentina la construimos todos juntos”, exclamó Macri, asomado a uno de los balcones de la Casa Rosada, sede del Ejecutivo, ante una multitud congregada en la Plaza de Mayo, con banderas argentinas.
Con la banda presidencial cruzada, el bastón de mando en la mano y flanqueado por su tercera esposa, la diseñadora Juliana Awada, y la pequeña hija de ambos, Antonia, el flamante mandatario dijo a los miles de congregados ante la Casa de Gobierno que su equipo tiene “mucha vocación por hacer para que los argentinos vivan mejor”.
Entre exultante y emocionado, Macri, de 56 años, los últimos ocho como alcalde de Buenos Aires, se lanzó a bailar en el balcón de la Casa Rosada, un lugar simbólico del poder en Argentina, mientras la vicepresidenta, Gabriela Michetti, se arrancó a cantar.
Minutos antes, dentro de la sede del Ejecutivo, Macri había recibido los atributos de mando, eje de una insólita puja que por días le enfrentó con la ex presidenta Cristina Fernández.
Una polémica que terminó con la decisión de Fernández de no asistir al juramento de su sucesor después de que la Justicia determinara que su mandato concluía al filo de la medianoche de este miércoles, lo que la dejaba sin poder para decidir sobre los detalles el traspaso de poderes.
El fallo judicial dio paso un hecho inédito: una Presidencia provisional de algo menos de doce horas, entre la de Fernández y la de Macri, que ejerció el titular del Senado, Federico Pinedo, quien fue finalmente quien entregó el bastón y la banda al nuevo mandatario.
Una multitud en las calles de Buenos Aires saludó el paso del nuevo gobernante quien, escoltado por el cuerpo de Granaderos a caballo, hizo su primera parada en el Congreso, donde juró “por Dios” desempeñar “con lealtad y honestidad” el cargo de presidente durante los próximos cuatro años.
En el recinto legislativo y los palcos, miembros del frente conservador Cambiemos, que llevó a Macri al poder, pero también de otras fuerzas, incluso del kirchnerista Frente para la Victoria, dividido sobre su asistencia al Congreso y su solidaridad con Cristina Fernández.
No hubo abucheos desde el kirchnerismo para el flamante presidente, interrumpido varias veces por los aplausos de los legisladores en un discurso de 25 minutos en el que no adelantó ninguna medida concreta y se limitó a enunciar sus promesas de campaña: pobreza cero, combate al narcotráfico y lucha contra la corrupción.
Para lograr estos y otros objetivos, subrayó, será fundamental dejar de lado las “confrontaciones” que han llevado a los argentinos “por caminos errados”.
“Convoco a todos a aprender el arte del acuerdo. (…) Quiero ser el presidente de la integración y la colaboración entre distintos sectores, el presidente del trabajo en una Argentina unida y de pie”, sostuvo.