El Papa inauguró este martes el Jubileo Extraordinario de la Misericordia con una ceremonia en el Vaticano, a la que asistieron miles de fieles de todo el mundo y que concluyó con la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro.
Es primera vez en la historia de la Iglesia Católica en la que dos papas, Jorge Bergoglio y el emérito Joseph Ratzinger, cruzan el umbral de esta Puerta Santa que permanecerá abierta durante todo el periodo jubilar, hasta el 20 de noviembre de 2016.
Más de 50.000 fieles de todos los rincones del mundo, según cifras ofrecidas por la delegación del Gobierno en Roma, acudieron al Vaticano para vivir una jornada histórica, la inauguración de un Año Santo que no sucedía desde el 2000, cuando entonces era papa Juan Pablo II, ahora santo.
En la plaza vaticana también estuvieron el presidente de la República italiana, Sergio Mattarella, el primer ministro italiano, Matteo Renzi, el ministro del Interior, Angelino Alfano, y el delegado del Gobierno en Roma, Franco Gabrielli, entre otras muchas personalidades políticas.
La ceremonia duró cerca de dos horas, desde su inicio a las 9.30 hora local hasta que el papa Francisco cruzó el umbral para concluir su camino frente a la tumba del Apóstol San Pedro.
Pero desde la madrugada, miles de peregrinos se habían acercado a la plaza vaticana para poder hacerse un hueco en las primeras filas. Tuvieron que pasar fuertes medidas de seguridad y varios controles de detección de metales que enlentecieron su entrada a la plaza, pero que fueron aprobadas por Roma para garantizar de forma extraordinaria la seguridad, especialmente tras los atentados de París del 13 de noviembre, en los que murieron 130 personas.
El papa Francisco cruzó la Puerta Santa a las 11.10 hora local, pero antes pronunció un discurso en el que afirmó que este Jubileo Extraordinario “será un año para crecer en la convicción de la misericordia”.
“Entrar por la Puerta significa descubrir la profundidad de la misericordia del Padre que acoge a todos y sale personalmente al encuentro de cada uno. (...) Será un año para crecer en la convicción de la misericordia”, dijo.
“Debemos anteponer la misericordia al juicio y, en todo caso, el juicio de Dios será siempre a la luz de su misericordia. Atravesar la Puerta Santa, por lo tanto, nos hace sentir partícipes de este misterio de amor”, agregó.
Este Jubileo, el primero del pontífice jesuita, tiene un significado especial, pues se celebra en el quincuagésimo aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II (1962-1965). Bergoglio hizo referencia a la fecha que dijo, supuso “ un verdadero encuentro entre la Iglesia y los hombres”.
“Un encuentro marcado por el poder del espíritu que empujaba a la Iglesia a salir de los escollos que durante muchos años la habían recluido en sí misma, para retomar con entusiasmo el camino misionero”, apuntó.
Y después el papa Francisco se acercó solo y lentamente a la Puerta Santa, la abrió, cruzó el umbral y permaneció inmóvil durante unos minutos, meditando y rezando, en un acto que sirvió para dar inicio al cuarto Jubileo Extraordinario de la Iglesia Católica. Tras él, la primera persona en atravesar la Puerta Santa fue Benedicto XVI y, luego lo hicieron el resto de cardenales, obispos, religiosos y laicos que asistieron a la celebración.
La procesión concluyó en el altar mayor, que se eleva sobre la tumba del Apóstol San Pedro, el primer papa de la historia de la Iglesia Católica.
La tradición del Año Santo se remonta al 1300, bajo el papado de Bonifacio VIII, quien decretó celebrarlo cada siglo. Sin embargo, desde el año 1475 se pasó a convocar cada 25 años para permitir a cada generación vivir al menos un Jubileo ordinario, mientras que los extraordinarios son anunciados a raíz de un acontecimiento de especial relevancia. Los Años Santos ordinarios celebrados hasta la fecha han sido 26, el último en 2000, con el cambio de milenio y bajo el pontificado de Juan Pablo II.