Un informe de la Agencia Antidrogas Estadounidense (DEA) revela que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se han aliado con los narcotraficantes de México para traficar cocaína en Estados Unidos. Los mexicanos se han posicionado estratégicamente en el país y han creado redes que facilitan el tráfico de narcóticos por todo el territorio estadounidense.
”Las investigaciones muestran una relación de trabajo entre múltiples frentes de las FARC y organizaciones criminales mexicanas, incluyendo a 'Los Zetas', el cártel de los Beltrán Leyva, el Cártel de Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Sinaloa con el fin de transportar cocaína hacia Estados Unidos”, señala el informe. En el rastreo del tráfico de esta sustancia han descubierto los negocios que organizaciones colombianas como Los Urabeños y las FARC tienen con los cárteles de Sinaloa y Juárez para distribuir la droga en el oeste de Estados Unidos.
El informe despliega un detallado mapa de los cárteles mexicanos y su poderío en México, así como su distribución en el mercado estadounidense de la droga.
“No hay otras organizaciones, en este momento, con la infraestructura y el poder para desafiar a los cárteles mexicanos por tomar el control del mercado estadounidense de las drogas”, reconoce la DEA en el informe de 150 páginas.
La organización más poderosa, sin duda, es el Cártel de Sinaloa. Su líder, Joaquín 'El Chapo' Guzmán, fugado de una prisión mexicana de máxima seguridad en julio, ha fraguado en los últimos años una extensa red de trasiego ilegal en la frontera entre ambos países que ha impedido a las autoridades de EU aumentar los decomisos.
Sin embargo, el informe también apunta hacia el crecimiento del Cártel Jalisco Nueva Generación como consecuencia del respaldo de varios grupos criminales. “Se ha convertido en una de las organizaciones criminales más poderosas en México y en algunos casos es rival del Cártel de Sinaloa en las operaciones de tráfico en Asia, Europa y Oceanía”, apunta la DEA.
Los mexicanos han establecido centros de distribución en las ciudades de Boston, Chicago, Los Ángeles y Filadelfia. Según la investigación de la Agencia Antidrogas, los traficantes trasladan sus cargamentos a casas de seguridad en ciudades fronterizas y después transportan las sustancias hacia estos centros urbanos para comercializarlas entre las pandillas estadounidenses que se encargan de la venta al menudeo.
Su hegemonía la han conseguido, principalmente, por dominar los mercados de la heroína, metanfetaminas, cocaína y mariguana.
Para transportar los cargamentos, los cárteles utilizan tráilers con compartimentos ocultos, túneles en las frontera, pequeños barcos, trenes y aviones ultraligeros. Una vez en el territorio estadounidense las drogas son transportadas vía terrestre. El Cártel de Sinaloa, por ejemplo, elige a choferes de camiones mayores para evitar llamar la atención de las autoridades. Además, los capos emplean en la mayor parte de la cadena de tráfico a personas que desconocen la composición del resto de la red para evitar ser delatados ante las autoridades.
“Si un transportista es arrestado, puede ser reemplazado fácilmente y es incapaz de revelar el resto de la red ante las autoridades”, expone la DEA.
La organización de los cárteles mexicanos en Estados Unidos es de bajo perfil y, contrario a los que sucede en México, los narcotraficantes evitan confrontaciones con otros grupos o con las autoridades. Su estructura está formada por células independientes que impiden rastrear toda la información sobre la operación de los cárteles en todo el territorio estadounidense. Además, los capos mexicanos han copiado el sistema de la mafia italiana y han encomendado posiciones estratégicas de la distribución de los narcóticos a sus amigos y familiares en Estados Unidos.