Los flujos netos de capital hacia los mercados emergentes serán negativos este año por primera vez desde 1988, debido a una caída a la mitad de la inversión de los extranjeros e importantes salidas de inversiones de los residentes, según informó el Instituto de Finanzas Internacionales.
A diferencia de otras crisis, las causas de ese cambio de tendencia hay que buscarlas en los propios emergentes: el frenazo de China, la caída del precio de las materias primas, el elevado endeudamiento empresarial. Brasil y Turquía son los países que acumulan más riesgos.
Se espera que el flujo de las inversiones a los países llegue a 548.000 millones de dólares que se compara con 1,074 billones del año pasado, dijo un reporte de IIF, mientras que las salidas de capital de los residentes en los mercados emergentes se aceleraría hasta 1,089 billones de dólares este año.
Las entradas de inversiones extranjeras son apenas el equivalente a un 2% del PBI de los países en desarrollo, mucho menos que el casi 8% de 2007, según la asociación financiera global.
La baja ha sido provocada por la persistente desaceleración del crecimiento de las economías de mercados emergentes y particularmente por la incertidumbre sobre la economía china, en medio de la preocupación permanente por el impacto que tendrá el eventual giro de la Fed hacia un alza de tasas en Estados Unidos, indicó la IIF.
La desaceleración representa una profundización marcada de la tendencia que se ha estado desarrollando desde 2012, que hace que la sensación respecto a lo que ocurre se parece más a una prolongada sequía que a un evento crítico, agregó.
Los mercados emergentes están sufriendo fuertes caídas en sus mercados de acciones, monedas y bonos. Los inversores están saliendo de los fondos accionarios y de bonos, mientras que la inversión extranjera directa en proyectos se está reduciendo por que las economías se frenan.
Las salidas de fondos y acciones en mercados emergentes se están acercando a 100.000 millones de dólares, aseguró recientemente Bank of America Merrill Lynch. Pero el alcance de los datos de IIF es mayor, porque toma en cuenta la inversión extranjera directa y la posición de crédito de los bancos además de los movimientos de cartera.
El saldo neto de las entradas y salidas de capital arroja números rojos por 541.000 millones de dólares, sin precedentes desde 1988. El IIF espera que la salida de capitales prosiga en 2016, con una fuga de inversión por más de 300.000 millones aunque los riesgos se sitúan claramente a la baja, apuntaba por teleconferencia el economista jefe del IIF, Charles Collyns.
El super-ciclo de los emergentes ha quedado atrás, sentenció Hung Tran, director ejecutivo del IIF. El crecimiento en estos países se ha deteriorado significativamente en los últimos cinco años y hay razones estructurales para pensar que el cambio de tendencia no será rápido. En ese escenario, los países con mayores déficits por cuenta corriente, con marcos de política económica cuestionables, un elevado endeudamiento en moneda extranjera de sus empresas y acuciados por incertidumbres políticas son los que tienen mayor riesgo de sufrir una crisis cambiaria o incluso de deuda.
Brasil y Turquía se sitúan a la cabeza del ranking.