La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, con su popularidad por el suelo y ante una compleja situación política, desestimó la posibilidad de ser destituida y aseguró que sectores de la oposición que quieren su salida “son un tanto golpistas”. La aprobación de la presidenta se desplomó hasta el 9% y marcó su nivel más bajo desde que asumió su primer mandato el 1 de enero de 2011.
”Yo no voy a caer. Esto aquí es cosa fácil, es lucha política. Las personas caen cuando están dispuestas a caer y yo no lo estoy”, dijo la mandataria en una entrevista publicada este martes por el diario Folha de Sao Paulo.
“No hay bases para que yo caiga. Y que lo intenten. Si hay algo de lo que no tengo miedo es de eso”, añadió la presidenta, una ex-guerrillera izquierdista que estuvo presa y fue torturada durante la dictadura militar (1964-85).
Según Rousseff, “ese es el punto de vista de una oposición un tanto golpista. Para sacar a un presidente de la República tienen que explicar por qué”.
Rousseff fue reelecta en octubre pasado con una muy estrecha ventaja sobre el opositor Aecio Neves, cuyo Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) ha planteado la posibilidad de que Rousseff salga del poder antes de terminar su mandato de cuatro años pero sin especificar cómo.
“Hoy gran parte de Brasil espera nuestra posición. Por eso ésta será responsable”, anunció el domingo Aecio Neves tras ser reelegido presidente de la sigla. Sectores del PSDB habían planteado la posibilidad de un impeachment (juicio político) pero no fue una posición unánime y terminó perdiendo fuerza.
Otros opositores también quieren la salida de Rousseff en medio de un agitado clima político. A inicios de este año grandes manifestaciones callejeras pedían también su destitución.
A sólo seis meses de iniciar su segundo gobierno, Rousseff aparece asediada por las revelaciones del escándalo de corrupción en la estatal Petrobras, que golpeó de lleno a su Partido de los Trabajadores (PT) y merodea al Poder Ejecutivo, en momentos en que la economía está estancada y la inflación y el desempleo crecen en la séptima economía del mundo.
En el Congreso, la mandataria ha debido enfrentar incluso a sus aliados que, sin embargo, este martes la respaldaron con una carta donde expresaron “su profundo respeto a la Constitución Federal y su irremediable compromiso con la voluntad popular expresada en las urnas y con la legalidad democrática”.
Según opositores, Rousseff también tiene responsabilidad en el caso de corrupción de Petrobras, ya que fue presidenta de su directorio entre 2003 y 2010, cuando ocurrieron los presuntos hechos. Le achacan además irresponsabilidad en el manejo fiscal e irregularidades en las cuentas de su campaña electoral.
“¿Van a probar que algún día tomé un centavo? Quiero ver que alguno lo pruebe. Todo el mundo en este país sabe que no”, enfatizó.