El empresario brasileño Olacyr de Moraes, cuyas compañías llegaron a ser las mayores productoras de soja del mundo en la década de 1990, falleció este martes a los 84 años, víctima de un cáncer de páncreas, informaron sus familiares.
Conocido como el Rey de la soja, De Moraes controló, hasta hace poco más de diez años, un imperio empresarial que contaba con unas 40 compañías de los sectores agrícola, mineral y de construcción civil.
Fue uno de los mayores emprendedores de Brasil, un visionario que apostó al potencial agrícola del centro-oeste país e invirtió en la investigación y la producción de granos y algodón en una época en que pocos creían que el suelo de esa región fuera productivo, dice una nota divulgada por su familia.
En los 90, el empresario llegó a estar en la lista de los 200 hombres más ricos del mundo elaborada por la revista Forbes, pero sus empresas cayeron luego en serios problemas financieros que redundaron en millonarias deudas, incluso con el Estado brasileño.
En 2001, como parte de la solución a sus dificultades, entregó al Estado la hacienda Itamaraty, una propiedad de unas 25.000 hectáreas en el estado de Mato Grosso do Sul que llegó a ser un símbolo de su fortuna y que finalmente fue usada en asentamientos para campesinos sin tierra.
En los últimos tiempos, sus negocios se centraron en la explotación de minerales en los estados de Bahía, Piauí y San Pablo.
El año pasado, su nombre fue indirectamente vinculado a la muerte del ex senador boliviano Andrés Fermín Guzmán, asesinado en San Pablo en un confuso incidente, que aún está bajo investigación.
La Policía identificó como autor a Miguel García Ferreira, chofer de De Moraes, quien confesó que asesinó al ex parlamentario boliviano porque éste supuestamente extorsionaba al magnate brasileño.
Según las autoridades, García Ferreira confesó que sólo intentó darle un susto a Guzmán por el cariño” que le tenía a su patrón, que ya estaba enfermo y era víctima de una supuesta extorsión, hasta hoy no esclarecida, por parte del político boliviano.