Por Graco Pérez (*) - El desarrollo y estado de bienestar alcanzado en las islas Falklands en un período de 30 años, las convierte en caso de estudio para el continente que las ha aislado.
El desempleo no existe, las pensiones son generosas, los servicios de salud son gratuitos, lo mismo que la educación, incluso a nivel universitario en el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.
Hace dos años, el 10 y 11 de marzo de 2013, los habitantes de las islas Falklands, conocidas en Latinoamérica como islas Malvinas, ratificaron con un 98.8% de votos, el deseo de seguir siendo territorio de ultramar del Reino Unido. De esta manera fortalecieron la continuidad del vínculo generacional que les une desde 1833.
Ubicadas en el Atlántico Sur, con una extensión de 12,173 kilómetros cuadrados, similar a la extensión de Jamaica, las islas Falklands cuentan con una población aproximada de 3,000 habitantes, convirtiéndolas en un territorio de muy baja densidad poblacional, a pesar de lo cual cuentan con una política migratoria restrictiva.
La seguridad del sistema jurídico se irradia desde el centro político en Londres, hasta las islas Falklands. La presencia de un gobernador, aunque la garantiza, es imperceptible por el alto grado académico de los funcionarios y la democracia prácticamente directa.
La clave de la reciente riqueza relativa se produjo en 1986, cuando se vendieron licencias de pesca a grandes empresas de España, Corea del Sur y Taiwán. Ese año, los ingresos de las islas se multiplicaron por 10. Actualmente, el 50% de los calamares que se consumen en la Unión Europea, proceden de las islas Falklands.
La protección militar del Reino Unido transformó la economía, por la capacidad de vigilar las aguas territoriales de las islas, La presencia militar británica representa anualmente unos 74 millones de dólares, que son asumidos por el Reino Unido, y que en el futuro esperan pagar las autoridades isleñas.
A finales de marzo de 2015, el Ministro de Defensa británico, Michael Fallon, anunció que el Reino Unido reforzará y modernizará su presencia militar en las islas Falklands para poder responder ante cualquier “posible amenaza futura”.
En diciembre de 2014, medios de comunicación británicos informaron de supuestos contactos de Rusia con Argentina para lograr un acuerdo sobre bombarderos de largo alcance Sukhoi SU-24. Meses antes Vladimir Putin, había telefoneado a Cristina Fernández para agradecerle su apoyo en relación a Crimea, mientras occidente condenaba la invasión.
Por su parte, el ministro de Defensa argentino, Agustín Rossi, negó las informaciones, pero declaró que hace más de dos años negocian la adquisición de aeronaves de España, Israel, China o Francia.
La garantía de protección marítima respalda la posibilidad de explotar el petróleo descubierto bajo las aguas territoriales de las islas Falklands, sin dañar el medio ambiente, que para un latinoamericano podría resultar inhóspito, pero que ha fortalecido la determinación de los habitantes de las islas.
Contrario a lo que podría pensarse, las islas Falklands no tributan al Reino Unido, siendo los recursos patrimonio de los habitantes de las Islas. No lo harán al iniciar la explotación de petróleo, ya que los beneficios generados pertenecerán a los pobladores. Pesca y explotación petrolera, dos materias pendientes de aportar al desarrollo de Honduras, que requiere de una fuerza naval con capacidades para proteger sus zonas marítimas.
Las islas Falklands aspiran a tener relaciones con el continente. Su ubicación geográfica, el idioma y las pretensiones sobre su territorio las han aislado. Ante esta situación, Honduras, que comparte valores con el Reino Unido y los países miembros de la “Commonwealth”, tiene que establecer los vínculos, que le permitirán un triple acercamiento.
La apertura que se les ha otorgado a las islas Falklands, podría permitirles en el futuro ser independientes, mientras tanto, la seguridad personal y jurídica, su creciente economía, la presencia de petróleo, su sistema educativo, y la transparencia, constituyen su puente al desarrollo.
(*) Graco Pérez, columnista, analista político y experto en Derecho Internacional
El artículo fué publicado en la prensa de Tegucigalpa.