Cientos de miles de argentinos en su país y en el mundo se unieron en una multitudinaria marcha en homenaje al fiscal Alberto Nisman y demandando justicia e independencia para el poder judicial.
La marcha en Buenos Aires estuvo encabezada por los fiscales convocantes y familiares de Nisman, al cumplirse un mes de su misteriosa muerte aún sin esclarecer y a pocos días de ratificarse la denuncia contra la presidenta Cristina Fernández y otros allegados por un supuesto intento de encubrir la responsabilidad iraní en el atentado contra la mutual israelita en 1994 que dejó 85 muertos y 300 heridos.
Bajo una intensa lluvia, una marea de paraguas cubría a la multitud en los alrededores del Congreso de Buenos Aires, donde los fiscales que convocaron al homenaje a Alberto Nisman fueron recibidos con aplausos, banderas argentinas y carteles que pedía justicia y verdad.
La ex-esposa de Nisman, la jueza Sandra Arroyo Salgado y su hija mayor Iara, lucían empapadas a la espera de iniciar la caminata desde el Congreso hasta Plaza de Mayo donde está la Casa de Gobierno, pero también un edificio que alberga las oficinas del ex fiscal especial del caso AMIA.
También se sumaron los principales precandidatos presidenciales opositores para las elecciones de octubre, al igual que la dirigencia de la numerosa colectividad judía, la más importante de América Latina.
Empero la mayoría respetó el silencio y el dolor de la marcha limitándose a banderas argentinas, pancartas alusivas a Nisman y en algunos pasajes cantando el himno nacional argentino, en una demostración que se desarrolló sin incidentes y que se estima estuvo cerca de los 400.000.
Marchas similares pero de menor número se cumplieron en las principales ciudades argentinas, Córdoba, Santa Fé, Mar del Plata, Rosario, Mendoza, Posadas y otras menores, en tanto en París, Berlín, España, Australia, Estados Unidos, Uruguay, Italia, Brasil, Chile, Israel entre otros, argentinos también marcharon para honrar a Nisman y pedir justicia, dignidad y fin a la corrupción.
En tanto personeros del gobierno de Cristina Fernández repudiaron el mitin por considerarlo golpista y sostuvo que la denuncia de Nisman contra la presidenta es un intento de involucrar al país en el conflicto de Medio Oriente.
Les pido que abran bien los ojos. No estoy hablando de conspiraciones, es un mundo de intereses, dijo Cristina Fernández en un acto en cadena nacional antes de la marcha.
El origen del caso, envuelto en una maraña judicial y política, es la explosión que destruyó hace casi 21 años la mutual judío-argentina AMIA, con un saldo de 85 muertos y 300 heridos.
Tras acusar a la Presidenta de encubrimiento por pretender desviar la conexión iraní del ataque, Nisman apareció muerto en el baño de su apartamento el 18 de enero, con un disparo en la cabeza de una pistola calibre 22 prestada por un colaborador. Había una sola vaina servida en el suelo y su cadáver obstruía la puerta.
La muerte sigue envuelta en el misterio ya que por dos veces la prueba de pólvora en Nisman dio negativa y su ex-esposa y jueza federal desconfía de la forma en que se está llevando a cabo las pericias e investigación del caso.
La marcha es un catalizador de reclamos subyacentes en la sociedad, como la impunidad. El enfrentamiento entre el Poder Ejecutivo y el Judicial, era preexistente, pero el caso Nisman lo ha potenciado, sostuvo Rosendo Fraga, sociólogo y director de la consultora Nueva Mayoría.
En otras ciudades argentinas, miles también marcharon en silencio y aplaudían en las plazas en solidaridad. También se cantó el himno argentino y se guardó un minuto de silencio.
En 2006, con apoyo del fallecido ex-presidente Néstor Kirchner (2003-2007), Nisman acusó del atentado contra la AMIA en 1994 a ex-funcionarios iraníes, entre ellos al ex-presidente Ali Rafsanjani y diplomáticos que en ese entonces servían en la embajada de Teherán en Buenos Aires. Dos años antes en 1992, también en otro atentado terrorista sin resolver volaron la embajada de Israel en Buenos Aires.
Pero en 2013, Cristina Fernández firmó un acuerdo con Irán para crear una comisión investigadora integrada por juristas que no fuesen ni argentinos ni iraníes y sentar en el banquillo a los acusados. Pero el fiscal y la colectividad judía de Argentina se opusieron.
En su acusación contra Cristina Fernández, avalada el viernes por el nuevo fiscal Gerardo Pollicita, Nisman dijo que la mandataria intentaba liberar de culpas a los iraníes a cambio de recibir petróleo, aunque el crudo de Teherán es incompatible con las refinerías argentinas.
También sostuvo que se solicitó levantar los pedidos de captura internacional contra los iraníes, pero Interpol desmintió esa versión.
A pocas horas de la marcha del silencio del miércoles convocada por los fiscales para homenajear a Alberto Nisman, a un mes de su muerte, Cristina Fernández convocó a todo su gabinete y adláteres, supuestamente con motivo de inaugurar una planta nuclear y habló en cadena nacional.
En el primer tramo de su discurso, la presidenta tal cual ha sido su estrategia, evitó referirse directamente a la marcha del 18F y su imputación por supuesto encubrimiento de Irán en la causa AMIA, pero se plantó fuerte.
En el 2015 tenemos que garantizar que quien conduzca los destinos del país a partir de diciembre tenga las mismas ideas. Esa es la mejor herencia que debemos dejar, dijo la presidenta. Para luego añadir con vehemencia: Este gobierno no permite que nadie le marque la cancha.
Una marcha inesperada y fuera de agenda fue la que realizaron vecinos de Olivos en torno a la residencia presidencial. Ahí también se marchó pacíficamente, en silencio en torno al inmenso predio, con banderas argentinas pidiendo justicia y honrando la memoria de Nisman.
Ello a pesar que la presidenta no se encontraba ya que esta semana se refugió en el sur, Santa Cruz junto a su familita para festejar el cumpleaños de su hijo Máximo (el 16) y el suyo este jueves 19 de febrero. Empero al momento se aloja en la residencia presidencial veraniega ubicada en Chapadmalal, (provincia de Buenos Aires) bastante alejada del mundanal ruido y aún de cualquier marcha espontánea que pudiera haber ocurrido en Rio Gallegos o El Calafate.