A 32 años de la Guerra de Malvinas, el diario británico The Daily Mail reveló el desastroso intento de un grupo de elite de las fuerzas británicas para en una operación relámpago en Rio Grande, Tierra del Fuego, destruir los misiles Exocet y los aviones para dispararlos que estaban en una base militar.
La operación Plum Duff (budín de ciruela) en mayo 17/18 fue la respuesta al poder de fuego argentino, que ya había destruido con dos de sus cinco misiles Exocet al HMS Sheffield y amenazaba a toda la Task Force en las islas Malvinas. Empero todo fue un fracaso, con el grupo elite refugiándose en Chile sin nunca haber establecido donde se encontraba la base argentina, y obligados a destruir y prender fuego al helicóptero que los transportó.
Era suicida. Había ocho de ellos en la unidad, demasiados para una operación clandestina a campo traviesa, señala el autor, el periodista británico Ewen Southby-Tailyour.
El artículo recorre las peripecias del grupo, que tuvo que enfrentarse a problemas internos y externos desde el primer minuto. La luna menguante ya no era visible y la niebla se había disipado, para ser reemplazado por el aguanieve que traía humedad propia. Estaba completamente oscuro. Aparte del susurro del viento de manera inquietante no había ruido, sólo la desolación, geográfica y física, de su posición.
Es hora de decirles a los muchachos las malas noticias, pensó Lawrence, nombre ficticio que usó el autor para proteger a su fuente. Además de los problemas del clima y el terreno, el grupo sólo tenía provisiones para cuatro días.
Era una tarea difícil. Estaba claro que se les había pedido que llevaran adelante un asalto a lo desconocido, sigue la reconstrucción. Y agrega: La posición de la base aérea sigue siendo un misterio por lo desastroso de los mapas con que fueron suministrados.
Así fue el cronograma: el 15 de mayo, el equipo volaría a la Isla Ascensión, en el Atlántico Sur. Desde allí serían llevados en un avión de transporte C-130 Hércules de la RAF a las aguas de las Malvinas. Luego, tras caer en paracaídas, la Royal Navy los recogía desde el océano. Por último, viajarían a su misión. Por temor, aterrizaron en Chile, a 26 kilómetros de la frontera con la Argentina.
La mayor falencia eran los mapas. Uno era una hoja frágil que parecía haber sido retirada de un atlas escolar. El segundo era la edición de un mapa estampado de biblioteca de 1943. En ninguno aparecía la base aérea, explicó Lawrence.
Aún lejos del objetivo, la caída de aguanieve y la falta de comida provocaron que Lawrence se comunicara con sus superiores. Un grupo de soldados iría a la cita de emergencia. Al caer la tarde el 22 de mayo, la tropa creía que había llegado al lugar pactado; esperaron tres días, pero la ayuda nunca llegó.
Lawrence y otro soldado se dirigieron a la ciudad más cercana; era Porvenir en Chile. Ahí consiguieron, según la nota, comunicarse con el cónsul británico. Tengo todos estos muchachos en el campo sin comida, dijo. La respuesta fue negativa.
Esa noche, caminando por Porvenir, Lawrence se encontró con los hombres que debían rescatarlos, y con militares chilenos que los detuvieron. Así, el 30 de mayo, los ocho hombres, ahora vestidos de civil, viajaron a Santiago de Chile. El 8 de junio se les ordenó regresar a sus hogares.