El Instituto Económico Alemán DIW reclamó al Banco Central Europeo (BCE) que ponga en marcha un nuevo programa millonario de compra de deuda estatal e inyección de capital en los mercados para luchar contra la amenaza de deflación que se cierne sobre la eurozona.
El riesgo de deflación se está convirtiendo en un problema cada vez más serio para la eurozona, escribió el presidente del DIW, Marcel Fratzscher, en un artículo publicado en el diario alemán Die Welt.
Los economistas definen la deflación como la espiral negativa que se produce cuando la oferta de bienes y servicios es superior a la demanda provocando que el sector empresarial se vea obligado a reducir los precios para poder vender la producción y no acumular stocks, lo que provoca que los consumidores no compren a la espera de que sigan bajando los precios. Esto ahogaría la coyuntura económica.
El DIW alertó que no sólo la tasa de inflación actual en un 0,8% está muy lejos del objetivo del BCE de estar cerca, pero por debajo del 2%, sino que también existe una gran pérdida de confianza en los mercados financieros sobre si el BCE podrá alcanzar este objetivo en los próximos años.
El presidente del BCE, Mario Draghi, intentó calmar los ánimos en la reunión mensual del Consejo de Gobierno del BCE la pasada semana pronosticando una recuperación poco a poco de la coyuntura económica en la eurozona. Sin embargo, la inflación en la zona euro permanecerá baja y subirá sólo hasta el 1,5% hasta 2016.
Fratzscher alertó que los precios de algunas mercancías en países como España, Italia y Francia han caído ya hasta un 30%.
Es por tanto la hora de que el BCE haga algo. De lo contrario se cierne sobre Europa la amenaza de una espiral peligrosa de precios bajos y baja demanda, afirmó.
En base a estos datos, el DIW recomendó al BCE que compre deuda estatal e inyecte dinero en los mercados tomando como modelo a la Reserva Federal de Estados Unidos.
Sería posible destinar un volumen mensual de 60.000 millones de Euros, escribió el economista. Un programa de este tipo podría suponer un impulso de la política monetaria que aumentaría la concesión de créditos en los países en crisis para favorecer el crecimiento económico y minimizar el riesgo de una deflación, agregó.