El gobierno de Brasil garantizó el lunes el suministro de energía tras un apagón que afectó la semana pasada a 11 estados del país, en medio de preocupaciones por problemas de abastecimiento derivados de la escasez de lluvias.
“A pesar de las adversidades climáticas que el país enfrenta, con la consecuente reducción de afluencia hídrica en los reservorios, el abastecimiento de energía del país está asegurado, en cantidad y calidad necesaria a la adecuada atención de los consumidores”, dijo el Ministerio de Minas y Energía en un comunicado.
El Gobierno recordó que ha incrementado considerablemente su capacidad de generación y transmisión desde el 2003 a la fecha.
“Gracias a esa fuerte expansión de capacidad de generación y transmisión, el sistema eléctrico brasileño tiene equilibrio estructural entre oferta y demanda, lo que representa seguridad en el abastecimiento del país”, agregó.
Un apagón afectó el martes 4 de febrero a 11 estados brasileños, entre ellos seis sedes de la Copa del Mundo de fútbol que comenzará en junio próximo. Las autoridades informaron que el incidente se produjo debido a un corto en algunas de sus unidades de transmisión.
El incidente ocurrió un día después de registrarse un récord de demanda de energía debido al periodo de altas temperaturas generadas por el verano austral.
No es la primera vez que ocurre un hecho de este tipo. En agosto del año pasado ocho estados del noreste de Brasil quedaron sin luz tras un incendio en una sección del sistema de abastecimiento.
En tanto, en octubre del 2012, un corte de energía se extendió durante toda una madrugada en el norte y noreste del país debido a una falla en el sistema eléctrico nacional, que ya presentaba problemas.
A fines de septiembre de 2012, un apagón afectó a algunos estados del noreste, mientras que a inicios de octubre otro dejó sin luz a la capital, Brasilia.
Los apagones han dejado sin electricidad a decenas de millones de personas en este país de tamaño continental.
A fines del 2012 también se produjo un apagón que dejó a oscuras el aeropuerto internacional de Rio de Janeiro, cuando estaba atestado de turistas. En ese momento, la presidenta Dilma Rousseff aseguró que se trató de una falla humana.