Las autoridades de la República Democrática de Alemania (RDA) forzaron a presos a donar sangre que vendieron después a la Cruz Roja de Baviera, en Alemania Occidental. Esto ocurrió como una vía para conseguir divisas, según quedó consignado en documentos del Ministerio para la Seguridad del Estado, la todopoderosa Stasi.
El programa de investigación “Report Mainz”, de la primera cadena de televisión pública alemana ARD, ha avanzado las conclusiones de un estudio sobre esos papeles, que muestran el lucrativo intercambio comercial entre las dos Alemanias.
Las extracciones obligatorias de sangre tuvieron lugar a principios de los '80 en cárceles de Sajonia y Turingia.
“Se argumentó entonces que, en contrapartida, la RDA tenía la posibilidad de comprar en el Oeste importantes medicamentos a los que de otra manera no tenía acceso”, explicó Tobias Wunschik, autor del estudio.
La Cruz Roja de Baviera reconoció la compra de sangre, un proyecto en el que participó como una vía para fomentar el sistema de donaciones en Alemania Oriental y sin saber, asegura, que se trataba de sangre procedente de presos.
Según el reportaje, el personal médico que participaba en las extracciones sí era consciente de que las donaciones no eran voluntarias y en las actas de la Stasi se recoge que hubo enfermeras que se negaron a participar en el proceso.
No hay cifras oficiales sobre los ingresos que pudo obtener la RDA con este negocio, que se suma a otros polémicos proyectos de las autoridades comunistas para tener acceso a divisas.
En 2012, el fabricante de muebles sueco Ikea se disculpó públicamente por haber empleado a presos políticos de la extinta RDA para producir piezas para sus artículos.
Pero Ikea fue sólo “la punta del iceberg” de las empresas que pudieron beneficiarse del trabajo forzado y barato de los prisioneros de las cárceles comunistas, avanzó el comisionado federal para las actas de la Stasi, Roland Hahn.
Con datos parciales obtenidos de esos documentos, se estima que la RDA conseguía anualmente al menos 200 millones de marcos alemanes gracias a productos realizados en las cárceles, de los que, según algunas informaciones, podrían haber beneficiado empresas como Audi o Volkswagen.