Seis años después de los ataques islamistas del 11 de marzo de 2004 en Madrid, España recordó el peor atentado de la historia en suelo europeo, que dejó 191 muertos y más de 1.800 heridos en cuatro trenes de la capital española y sobre el que aún existen divisiones políticas.
El Congreso de los Diputados guardó un minuto de silencio en un homenaje a todas las víctimas del terrorismo al que además del presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, acudieron los máximos representantes de la Justicia y de otras instituciones del país.
Sigue abierta aquella herida del 11 de marzo de 2004 en el corazón de los españoles, manifestó el presidente del Congreso, José Bono. No estáis solos, recordamos y sufrimos con vosotros, dijo a las víctimas.
No fue el único acto de recuerdo. Junto a la estación de Atocha, hacia la que se dirigían tres de los trenes en los que explotaron las bombas y escenario ella misma de las explosiones en un cuarto convoy, hubo dos conmemoraciones más.
Una estuvo organizada por la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo y los sindicatos Comisiones Obreras (CCOO) y Unión General de Trabajadores (UGT) al aire libre, junto al monumento en memoria de las víctimas, y otra, presidida por el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, en la sala que hay debajo de él.
Y es que, seis años después de la masacre continúa la división entre las asociaciones de víctimas y determinados sectores políticos.
Los fallecidos dieron su vida inocente por la democracia de este país, por eso se merecen el respeto y el recuerdo de la ciudadanía de bien de este país, manifestó Pilar Manjón, la presidenta de la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo, la mayoritaria entre las víctimas de la masacre. Manjón perdió aquel 11 de marzo a su hijo Daniel, de 20 años, en los atentados.
Manjón se quejó de que su asociación no fue invitada al acto presidido por Gallardón y que se celebró tan sólo cinco minutos antes que el suyo.
Tampoco acudió ningún representante del colectivo presidido por Manjón al primero de los actos del día, el que se celebró a las 9 de la mañana (local) en la céntrica Puerta del Sol.
La presidente del gobierno regional, Esperanza Aguirre, y el alcalde de la capital española, ambos del Partido Popular (PP), presidieron el homenaje acompañados por los portavoces de los grupos políticos de la Asamblea de Madrid.
Fue un acto sobrio, en una gélida mañana madrileña, en la que Aguirre y Gallardón depositaron una corona de laurel a los pies de la placa dedicada a los Héroes anónimos que aquella mañana del 11 de marzo de 2004 se volcaron en ayudar a las víctimas de la masacre.
El Réquiem de Mozart y el himno de España pusieron final al homenaje al que acudieron familiares de los fallecidos, además de miembros de las fuerzas de seguridad y los servicios de emergencias.
Actualmente, 15 condenados por el 11-M siguen en prisión. Los tres últimos saldrán de la cárcel en 2044. Se trata de Emilio Trashorras, quien facilitó la dinamita, Jamal Zougam y Otman el Gnaoui, autores materiales de la masacre.
Tres semanas después de los ataques, los otros siete hombres que colocaron el resto de las bombas se volaron por los aires en una vivienda de la localidad madrileña de Leganés tras ser cercados por la policía. La explosión costó la vida también a un agente.