El explorador Ernest Henry Shackleton (1874-1922) no pudo beberse las once botellas de whisky de malta que se había llevado en su viaje hacia el Polo Sur en 1907. Las tuvo que dejar abandonadas en 1909 en una caja escondida bajo una cabaña construida en la Antártida, estaban envueltas en papel y paja para protegerlas.