La cara pintada, un gorro con piel y cuernos de búfalo, el torso desnudo y con una bandera de Estados Unidos: este joven disfrazado con elementos de la cultura sioux y tatuajes celtas se convirtió en un emblema de los disturbios del jueves en el Congreso y expone una de las teorías conspirativas más divulgadas entre la ultraderecha que respalda a Donald Trump.