El nuevo primer ministro de Canadá, Mark Carney, puede ser un novato en política, pero no en escándalos, dado su pasado en la firma de inversiones Brookfield Asset Management, donde fue vicepresidente y jefe de inversiones de transición, convirtiéndose más tarde en presidente de la división de gestión de activos. Durante su gestión, el nombre de Brookfield estuvo vinculado a la deforestación y a prácticas laborales esclavistas, que parecen chocar con la postura pública de Carney.