Las autoridades argentinas dijeron que el 40% de los autobuses estaban funcionando mientras la Confederación General del Trabajo (CGT) organizaba su segunda huelga contra la administración del presidente Javier Milei para protestar contra su política económica de motosierra que ha disminuido los ingresos de la gente.
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, calificó la medida como el golpe de la debilidad, mientras que el portavoz presidencial, Manuel Adorni, habló de más de 3.000 llamados de extorsión a empresas de transporte para que suspendieran sus servicios y así impedir que quienes quisieran trabajar pudieran concurrir a sus empleos.
Bullrich también advirtió sobre ataques mafiosos contra la empresa de autobuses DOTA (de la que se dice que Norberto, el padre de Milei, es copropietario y no adhirió al paro) e instó a la CGT a deponer su actitud: Déjense de joder y vayan a trabajar, dijo la ministra.
Fuerzas federales liberaron bloqueos en la zona de Pacheco, al noroeste de Buenos Aires, o en Puerto San Martín, en el complejo San Lorenzo, en la provincia de Santa Fe, donde más de 10 barcos esperaban atracar, destacó también la funcionaria. La idea es que la gente tenga la libertad de trabajar y que ningún mafioso pueda interrumpirla, sostuvo.
Hubo rincones donde los conductores de colectivos fueron atacados con piedras y donde pincharon neumáticos con clavos, y hubo fuerzas de choque del Sindicato de Camioneros impidiendo el ingreso de trabajadores a las fábricas de Pacheco, San Lorenzo y San Martín, coincidió Adorni.
Hemos detectado que ya hay más de 2.300 unidades en la calle, alrededor del 40% de lo que es un día normal de transporte, afirmó el secretario de Transportes, Franco Mogetta.
Adorni recordó que las víctimas siempre pueden llamar a la línea 134 para denuncias anónimas sobre acciones de coacción para sumarse al paro con el que la CGT busca impedir que el Senado apruebe el proyecto de Ley Ómnibus (oficialmente conocido como Ley de Bases) que ya superó la instancia de la Cámara Baja y daría al Ejecutivo una serie de herramientas para reformar la economía, aunque a expensas de los derechos y condiciones laborales tradicionales y otras medidas perjudiciales para los empleados.
En el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), los trenes suburbanos, el subte y la mayoría de las líneas de colectivos dejaron de circular a partir de la medianoche, se informó. Tampoco hay bancos y el resto de las actividades dependían de la adhesión de los trabajadores a la huelga o, en última instancia, de su capacidad para llegar a sus lugares de trabajo.
Funcionarios federales y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) también informaron que los huelguistas utilizaron clavos en forma de M llamados Miguellitos para pinchar neumáticos e impedir que los autobuses circularan. El ministro de Seguridad de CABA, Waldo Wolff, se comprometió a llevar a las mafias ante la justicia e insistió en que los agitadores también utilizaron piedras para detener unidades de transporte público.
“Desde la Ciudad vamos a acompañar, todos los días, a quienes trabajan y vamos a llevar ante la justicia a las mafias que exprimen y extorsionan”, subrayó Wolff.